PULSO SINDICAL DIARIO DE LA CGT CHILE 02 DE MAYO DE 2021


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 “..No puedes volver atrás, no tienes más que seguir, que no te aturda el engaño sigue, sigue hasta el final..” 
         Patricio Manns  
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1.- 
El 4 de mayo hubo una manifestación en la plaza Haymarket para rechazar los hechos que venían ocurriendo desde el primero de mayo y que ya habían costado la vida de varios trabajadores. Al término del mitin cargó la policía, se replegaron los obreros. De un sitio sin identificar salió una bomba, caen varios policías, se inicia la represión, decenas de obreros pierden la vida. El poder, en 1886, respondió como lo sabe hacer.

Decretó medidas de excepción, utilizó a los medios de comunicación para denostar a los reclamantes, desató la represión y la persecución contra todo lo que siquiera indicara señal de anarquismo y socialismo. Necesitaba aplicar medidas ejemplarizadoras, utilizó todo su poder para inventarlas.

Esa misma noche, Chicago fue puesto en estado de sitio, se estableció el toque de queda y la tropa ocupó militarmente los barrios obreros.  Al día siguiente, la nación estaba conmocionada por los sucesos y la gran prensa no reparó en nada para calumniar a radicales, anarquistas, socialistas y trabajadores extranjeros, sobre todo a los alemanes.
El 5 de mayo, “The New York Times” daba por hecho que los anarquistas eran los culpables del lanzamiento de la bomba. La policía, al mando del capitán Michael Schaack, realizó una batida contra 50 supuestos “nidos” de anarquistas y socialistas y detuvo e interrogó de manera brutal a unas 300 personas. Estaba más interesada en conseguir pruebas en contra de los detenidos que en localizar al que había arrojado la bomba. Se ofreció dinero y trabajo a cuantos se ofrecieron a testificar a favor del Estado. 

Los locales sindicales, los diarios obreros y los domicilios de los dirigentes fueron allanados, salvajemente golpeados ellos y sus familiares, destruidas sus bibliotecas y enseres, escarnecidos y, finalmente, acusados en falso de ser ellos quienes habían confeccionado, transportado hasta la plaza de Haymarket y arrojado la bomba, que desencadenó la feroz matanza.

2.- Ninguno de los cargos pudo ser probado, pero todo el poder del gran capital, su prensa y su justicia, se volcaron para aplicar una sanción ejemplar a quienes dirigían la agitación por la jornada de 8 horas. 

Spies, Parsons, Fielden, Fischer, Engel, Schwab, Lingg y Neebe pagaron con sus vidas, o la cárcel, el crimen de tratar de poner un límite horario a la explotación del trabajo humano. Se realizó un juicio con tal cúmulo de irregularidades, que no pasaron muchos años después de la aplicación de la condena y ya estaba claro que se había mentido descaradamente, con el único fin de terminar con la vida de los apresados.

El 21 de junio de 1886 se constituyó un Tribunal Especial a cargo del juez Joseph Gary y ante el cual acusaba el fiscal estatal J.Grinnell. Doce miembros finalmente compusieron el jurado, que comenzó a conocer las pruebas el 14 de julio de 1886.
La estrategia del fiscal Grinnell en la Corte fue la de presentar los sucesos de Haymarket como parte de un complot anarquista de vastas proporciones.
La del 4 de mayo sería la primera de una serie de bombas que iban a ser lanzadas contra todos los locales policiales de Chicago.

Para probar sus tesis el fiscal recurrió a falsos testigos que la defensa no tardó en desenmascarar. A pesar de estas demostraciones, el juicio continúo adelante contando con el apoyo irrestricto de la prensa oficial, que había creado un clima hostil hacia los acusados y agitaba en la opinión pública la necesidad de un castigo ejemplar.

3.- Con la distancia que da el tiempo de la historia, los distintos analistas  de los sucesos de Chicago han coincidido en que el proceso a ”los ocho” se trató de un juicio político e ideológico al anarquismo. Más que juzgar los hechos del 4 de Mayo, se pretendía sancionar a una corriente política y sindical que crecía en influencia entre los obreros de la época.

Por ello no es posible encontrar en el proceso sino arbitrariedad y prejuicio, indolencia y sectarismo”. El juicio a los mártires de Chicago no es algo anómalo. Muy por el contrario, es el tratamiento que reciben de parte del modelo los que se le oponen. Es la sanción que reciben quienes combaten sin pausas al capital. 
La modernidad llevó a “mejorar” los métodos pero el objetivo sigue siendo el mismo. Hoy se cuenta con “testigos sin rostro”, grabaciones ilegales y una enorme batería de dispositivos arbitrarios, con un fin único. Declarar culpables en juicio a quienes ya fueron condenados por el sistema y sus aparatos comunicacionales    

4.- El 20 de agosto de 1886 el jurado dictó sentencia: pena de muerte para siete de los acusados y 15 años de trabajo forzado para uno de ellos - Neebe -. En septiembre fue rechazada una primera apelación aunque si se les permitió hacer uso de la palabra a los acusados, antes de la sentencia final.

El 9 de octubre, el juez Gary confirmó la sentencia dictada por el jurado. Una nueva apelación de la defensa, esta vez ante la Corte Suprema, alargó casi un año la espera. En septiembre de 1887 fue rechazada. 

En el intertanto, las presiones nacionales e internacionales se fueron sumando en demanda de indultos o de un nuevo proceso.
Nada se obtuvo, sino la conmutación de dos de las penas de muerte - Fielden y Schwab – por prisión perpetua. 
En vísperas de la ejecución se produjo la muerte de Louis Lingg, la que fue presentada como un suicidio. En todo caso Lingg apareció dinamitado en su celda.”  

Otro más de tantos juicios arbitrarios llegaba a su fin. La bestia capitalista sedienta de sangre podría descansar por un tiempo después de esto.
Con honor y orgullo marcharon hacía el cadalso los mártires de Chicago. Dejaban un ejemplo de consecuencia y honestidad que hasta ahora perdura.   

5.- Honor y Gloria a todos los héroes obreros caídos en estos 135 años de lucha.  

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Del libro 1° de Mayo - Dia internacional de los trabajadores - Un largo camino de organización y lucha – de Manuel Ahumada Lillo

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Nuestra fuerza la Unidad 
Nuestra meta la Victoria


                       MANUEL AHUMADA LILLO
Secretario CGT CHILE