Harto se ha
dicho y escrito sobre el conflicto en Chiloe en estas ultimas semanas.
Como se hace siempre respecto de cualquier cosa que altere la aparente
tranquilidad sobre la que se mueve este país. Así fue cuando lo de los
cerdos en Freirina, el gas en Punta Arenas, las manifestaciones de
contratistas y subcontratistas, los derrames de petróleo, la lucha de
los trabajadores forestales, los marítimos y un largo etcétera.
El grueso de
la acción social se limita a solidaridad por redes, envío de alguna
delegación al epicentro del conflicto y cuando se puede (por que las
carencias las tenemos todos) ayuda material que siempre es bienvenida.
Así, se va pasando de un conflicto a otro sin que se asuma abiertamente
que el responsable es el sistema y que lo que corresponde es rebelarse
contra él.