Algunos compañeros, con la mejor intención del mundo, han preguntado nuestra opinión sobre el caso PENTA. Hemos dicho que no vale la pena perder tiempo en analizar cuestiones como ésta, que se repiten en el tiempo y que tienen como protagonistas siempre a los mismos. Sin embargo y ante la insistencia, vale la pena exponer algunos elementos que ya hemos entregado en artículos anteriores.
La corrupción, la compra de conciencias, la desvergüenza y la desfachatez, son propias de este tipo de sistemas y si saltan a la vista de todos, es porque el descaro fue de tal magnitud que ya no hubo como taparlo. Lo dramático resulta constatar que nadie se queda afuera, cualquiera sea el mecanismo.