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"..Del 15 al 21, mes de diciembre, se hizo el largo viaje por las pendientes, veintiséis mil bajaron o tal vez más, con silencios gastados desde el salar. Iban marchando ansiosos iban llegando, los miles de la pampa, los postergados..”
Cantata Santa María de Iquique – Luis Advis
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Las banderas flamean con el viento en la pampa, decenas, cientos, miles de trabajadores salitreros inician la marcha que les llevará a Iquique, ciudad puerto que concentra parte importante de la exportación del llamado oro blanco, mineral que ellos procesan y por el que pagan un alto precio en vidas a cambio de miseria y dolores. Había muchas razones para dejar los miserables hogares, los lugares de trabajo y marchar hacía Iquique. Fue una larga y agotadora jornada la que hicieron los pampinos desde mediados de diciembre de 1907, y en la que fueron acompañados y apoyados por sus mujeres e hijos. “No mendigaban nada, solo querían respuesta a lo pedido, respuesta limpia”.
El gobierno de la época - y los que hubo antes y los que han existido después de Santa María de Iquique - no dudó en responder a las exigencias de los capitalistas, quienes no querían que la rebelión obrera sentara un precedente. Los patrones fueron fieros en la defensa de sus capitales sirviéndose, como lo han hecho siempre, de políticos corruptos y del Ejército para lograr sus fines. Se utilizaron todos los medios de comunicación para denostar la pacífica pero monumental protesta obrera y se generaron las condiciones para acallarla a sangre y fuego. Santa María de Iquique fue un momento de gran organización obrera, la muestra más clara hasta entonces de que estando los trabajadores unidos, pueden poner en jaque al poder político. Sin embargo también puso a la vista las debilidades del movimiento.
Podría decirse incluso que se actuó con un nivel alto de inocencia, de credibilidad, no merecida por cierto, con los que de un momento a otro pasaron a ser ejecutores, asesinos descarados de obreros indefensos.
¿No estaban tomadas las medidas para responder al ataque de los uniformados, no se disponía de un plan de defensa del movimiento e incluso de salidas alternativas, que no fuera esperar la muerte que llegó vestida de balas de ametralladoras?.
Si lo hubo no fue aplicado y los resultados del enfrentamiento son de todos conocidos. Lo sucedido en el norte de Chile fue una masacre, un holocausto. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo, comenzó a ser cubierto lenta pero inexorablemente por un manto de olvido. Solo algunos mantuvieron viva la imagen de la masacre y buscaron sacar las enseñanzas de esta para transmitirla a las generaciones futuras.
2.- Hoy, para el conjunto de las organizaciones obreras y sociales, Santa María aparece como un hecho más, que no remece con la fuerza que debiera. Para muchos compatriotas es, incluso, desconocido.
El drama obrero de Iquique es parte del pasado, un pasado del que no terminan de empaparse las nuevas generaciones de explotados para transformarlo en enseñanza, en escuela para combatir la nueva esclavitud que trae en su esencia el modelo. Y desde su historia los trabajadores deben sacar las lecciones.
El dolor y la incredulidad han de transformarse necesariamente en rebeldía. Las debilidades que pudo presentar la organización obrera, en el aliciente para construir organizaciones de nuevo tipo.
Ya en ese tiempo, en los inicios de la historia de la organización de la clase, la cuota sindical era asumida como un deber de honor, la participación en las asambleas como algo ineludible, la generación de actividades culturales y recreativas, como el paso primario para integrar a las familias. La relación dirigencia – base era horizontal, la educación un imperativo al que nadie le sacaba el bulto, la emisión y distribución de la prensa obrera una tarea que todos asumían con gusto. ¿Que nos dejó la matanza de Santa María que no puede ser sepultado por el olvido?.
Grandes lecciones que se hace necesario rescatar para las generaciones presentes y futuras. Hay en esta gesta obrera una enorme solidaridad, amor, entrega generosa, combatividad, compromiso de clase, unidad internacional de los obreros pues en esa lucha fueron uno solo, chilenos, peruanos, argentinos, y bolivianos.
Es hora de deponer todo interés contrario a la organización de los trabajadores y tomar, con generosidad y amplitud, las banderas de Santa María de Iquique. Levantarlas para avanzar con ellas y entregarlas luego a quienes tomaran el relevo, en esta lucha interminable de los trabajadores, del pueblo, por un mundo justo y digno.
Es el mejor homenaje que se puede hacer a la gesta de Santa María de Iquique.
*Del libro "Lo juramos compañeros, ese día llegará" de Manuel Ahumada Lillo
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Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria
MANUEL AHUMADA LILLO
Departamento Propaganda y Comunicaciones C.G.T. CHILE