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"..Mas esta flor marchita pensó volver un día al rancho, que dejara, para pedir perdón..
canta Hector Pavez
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1.- Nunca nos han gustado las bravuconadas y/o las aventuras individuales, aunque no vamos a negar que algunas acciones que escapan del común concitan la atención, e incluso en ocasiones han servido para poner en la palestra temas que han pasado desapercibidos o han sido ignorados por mucho tiempo. Sin embargo luego de la exposición mediática y algunos días de efervescencia, terminan perdiendo su efecto y en muchos casos - producto principalmente del trabajo de los medios de comunicación - pasan a ser distorsionados y se les utiliza para desacreditar la acción popular y transformar en víctima a quien representa al victimario.
Seguimos reiterando algo en lo que creemos, a pesar de que más de una vez nos han dicho que perdemos el tiempo con ello, que estamos equivocados e incluso nos han descalificado porque, según algunos puristas, estamos pensando como el enemigo.
La lucha de nuestro pueblo, sostenemos, requiere de acciones que unan y avancen en procura de ampliar los espacios de organización y construcción de instrumentos, por lo que no es lo mismo levantar una barricada en forma aislada y quemar un microbús o bienes que prestan servicios a la comunidad, que promover la protesta masiva, con acciones de todo tipo en las que participe activamente la población y que no implique la destrucción de aquello que a todos sirve y presta utilidad.
Debemos tener claro el enemigo, de lo contrario correremos siempre el riesgo de desconectarnos de la base social.
2.- Tenemos la obligación de trabajar muy duro para reemplazar el miedo - e incluso el terror que a veces impera - por la alegría de la protesta masiva. Debemos llegar con nuestra propuesta a cada sector y con argumentos sumarlos y transformarlos en activistas de esta causa justa.
Si estamos todos convencidos podemos cortar la calle e impedir que nadie pase, pero esto debe ir definitivamente de la mano de acciones de boicot contra las grandes empresas hasta lograr que los poderosos no sigan imponiendo sus condiciones.
Si no compramos los que ellos venden a sus precios, deberán pensarlo 2 veces antes de seguir abusando. Desde ahí se debe ir avanzando hacia el control de municipios y el Parlamento.
Somos la fuerza mayoritaria, y en algún momento nos daremos cuenta de ese poder, dejaremos de lado diferencias y nos uniremos en un solo cuerpo, que cambiará la sociedad.
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Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria
MANUEL AHUMADA LILLO
Departamento de Comunicaciones y Difusión CGT CHILE