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"..No te olvides del pago si te vas pa' la ciudad, cuanti mas lejos te vayas mas te tenes que acordar.."
Alfredo Zitarroza
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1.- Hace exactamente 48 años, el 4 de octubre de 1973, viví mis primeras horas sin venda en los ojos, ni amarras en ninguna parte del cuerpo. Había salido vivo del Cerro Chena.
Después de salvar las balas que disparaban los efectivos de la fuerza aérea al final de Ochagavía hacia el norte, logramos ocultarnos en una casa en construcción, con la ayuda del nochero del lugar. Éramos 3.
"Por las rendijas de la ventana del improvisado dormitorio, se anuncia el amanecer del 4 de Octubre. Un fuerte golpe nos pone en alerta, la mano descorre la cortina – puerta y asoma su cara el cuidador generoso, el hombre de nuestro primer sorbo de té en libertad. -Ya caballeros, es mejor que salgan rapidito y se pierdan de aquí. Si alguien los ve, capaz que me denuncie y me pase lo mismo que les ocurrió a ustedes. Los evangélicos de aquí de la vuelta dicen que acogieron a dos personas anoche, pero que los pillaron los de la FACH y se los llevaron.
-Los primeros que salen a trabajar dicen que hay un par de muertos a la orilla del camino allá afuera. Llegan siempre a recogerlos en camionetas antes de que salga toda la gente. Váyanse con cuidado y por si acaso, yo no les he ayudado ni los conozco.
Tardamos un par de minutos en dar movimiento a nuestros cuerpos agarrotados luego de la nochecita que vivimos. Estamos enteros, asquerosamente sucios pero enteros. Solo nuestro compañero sufre ataques interminables de tos, que parecen arrebatarle las últimas fuerzas de que dispone. No nos conocemos más que unas horas, pero nos abrazamos con fuerzas, como viejos amigos que han vivido algo que cambió sus vidas. El de La Cisterna se despide enfilando sus pasos hacía el lugar donde dicen que están los muertos de la noche anterior. ¿Busca a algún conocido, o alguien que estuvo preso con él?. Se fue caminando con dificultad y se llevó su secreto.
El paramédico y yo, salimos de la casa y cruzamos al frente, a una obra de la construcción que esa hora recibía a sus primeros y madrugadores trabajadores, instalaciones de las que no nos percatamos la noche anterior y que explican el porqué de la guardia militar que casi nos sorprende.
-¿Nos puede convidar un poco de agua por favor?, pedimos a uno de los que allí trabajan y que está regando la calle de tierra.
- Claro que si, pero mire como están, oiga de donde vienen, si llega a dar pena verlos.
Le contamos brevemente nuestro drama, y la cara le fue cambiando de sorpresa, a incredulidad, dolor, asombro y emoción. -Por la puta amigo, el nochero algo dijo de los balazos de anoche, pero dice que no vio a nadie salvo las patrullas que siempre pasan por aquí. -Como se puede hacerle tanto daño a una persona, digo yo.
El chorro de agua cae con fuerza a la tierra. Turnándonos metemos la cabeza y bebemos sin parar, hasta casi reventar. No paramos de restregarnos la cara con las manos llenas de agua fresca. Que delicia sentir como el líquido limpio escurre por el cuerpo.
Asoma el sol, estamos libres, lejos del cerro. ¿Y mis amigos, que será de mis compañeros a esta hora del 4 de octubre?
- Hey, tomen estas monedas para la micro, y ojalá que no tengan más problemas. El “viejo de la contru” junto con decir esto, nos da un golpe cariñoso en la espalda y nos indica el camino. -Tomen la calle de la esquina y suban al sur 3 cuadras más o menos. De ahí caminan hacía la cordillera hasta llegar a la Gran Avenida."
* Del libro Testimonio, Cerro Chena, un campo de prisioneros.
2.- Caminamos con el corazón lleno de emociones contradictorias. Alegría de saber que estamos vivos, una pena enorme pues percibimos el destino que espera a quienes quedaron en la casa del techo rojo en el cerro Chena.
Y aquí estamos hoy, dando testimonio y reiterando el compromiso de no desmayar en este esfuerzo por educar, organizar y luchar junto a la clase trabajadora, como lo pidieron quienes quedaron en Chena.
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Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria
MANUEL AHUMADA LILLO
Secretario CGT CHILE