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" Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglo que todos ven aplicar .."
cantan Los Jaivas
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1.- La memoria es implacable. Siempre delatará y expondrá a aquel o aquellos que actuando sobreseguro, creían que la impunidad cubriría su actuar maldito.
Por eso los tiranos y sus servidores buscan infructuosamente extinguir la memoria o al menos hacer menos dura su sentencia. No han podido ni podrán lograrlo.
Nada se olvida totalmente, nadie es olvidado totalmente.
No vamos a cerrar los ojos ante lo evidente. En más de una ocasión los servidores del capital y sus brazos ejecutores se han anotado victorias, breves, pobres, por lo que hay que trabajar duro para que la verdad derrote a la mentira y las confusiones que buscan instalarse.
San Bernardo era el lugar de descanso de quienes trabajaban en Santiago y el Chena una enorme extensión de llanuras y lomas, donde niños y adultos caminaban y corrían, disfrutaban del jolgorio en el 18 chico y en tiempos de elecciones se maravillaban durante la noche, mirando desde las casas y los barrios los apellidos de los candidatos esculpidos a fuego muy cerca de la cima.
Un día el cerro se tiñó de rojo. Entre sus lomas y planos se movilizaron vehículos militares. Personas uniformadas y armadas recorrían en vehículos las calles de la comuna y otras comunas aledañas, sacando de sus casa o lugares de trabajo a otras personas, para torturarlas y matarlas por el simple delito de pensar distinto y apoyar a un gobierno depuesto por las armas y el terror.
De eso han transcurrido 48 años y es como si fuera hoy. solo que el aire falta más que antes, se aprieta el pecho y cuesta más evitar las lágrimas al acercarse al lugar donde hacinados, permanecieron por días y días decenas de personas, muchas de las cuales fueron muertas luego de recibir apremios y torturas, buscando confesaran planes y entregarán armas inexistentes..
2.- Este octubre de 2021 el sol pega fuerte. Muy cerca de la torre de alta tensión, cuyo sonido del paso de electricidad era la compañía de los presos, además del viento, Nadiezhda lee con tono pausado pero lleno de emoción, los nombres de cada uno de los que allí perdieron la vida. A sus espaldas las huellas de la pista de motocross hacía donde hicieron correr a muchos, mientras les llenaban de metralla por la espalda.
Familiares, amigos y compañeros de quienes por ahí pasaron y/o cayeron, recorren con su vista el entorno mientras las canciones del grupo Equipaje se esparcen por el lugar y son tomadas por el viento para llevarlas hacia el norte, a algunos kilómetros de distancia, donde estuvo la Escuelita, la primera parte de esta maquinaria de daño y muerte.
Uno de los que allí estuvo intenta dibujar, sin nada más que su voz el lugar que ahora es un espacio baldío. Ahora todos saben que los muros de este rectángulo de terror eran de algo más de 4 metros, desde el piso al techo, que donde estan las fotos de los caídos antes hubo una loza verde. Que por un costado eran sacados los presos al interrogatorio en los cuartos del fondo, donde aún se conservan los cimientos de concreto y ladrillo.
Todos loa privados de libertad escuchaban los golpes, se condolían con los gritos y, cómo podían, ayudaban al que volvía de la tortura. Aún están algunos escalones y el foso sin cubrir totalmente, que ratifican el testimonio.
3.- El trío memorial se hace oir y su canto se une a los silbidos que entonaban la Internacional por las noches hace ya 48 años. Las notas musicales y las voces se suman al pastor que está orando, mientras la oscuridad no deja ver más allá de algunas decenas de centímetros.
Luego de las palabras de una de las hijas que reclama por tanta impunidad y demanda el no olvido, 11 personas cubren sus ojos con vendas negras y en sus manos el retrato de cada uno de los ferroviarios en representación de todas las víctimas. El poema de Neruda, hecho magistral cancion en los instrumentos y voces de Illapu, reconstruye la casa del techo rojo, los sonidos se elevan al cielo.
"Aunque los pasos toquen mil años este sitio...".
Las vendas en los ojos de los 11 que testimonian de pie, cubren las lagrimas vertidas por todos los que participaron de esta nueva conmemoración del genocidio, ocurrido en nuestro país hace ya 48 años.
Nada está olvidado,
Nadie está olvidado.
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Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria
MANUEL AHUMADA LILLO
Secretario CGT CHILE