En un tiempo pretérito fuimos invitados a votar NO en un plebiscito
que definiría la continuidad o no del dictador, agregándose un «HASTA
VENCER» de manera de dejar claro que quienes hacían suya está opción no
cejarían en su demanda de terminar con la dictadura y restituir al
pueblo lo que los milicos le habían quitado a sangre y fuego, más allá
de que ésta abandonara el poder por decisión de la ciudadanía.
En ese tiempo lejano, fueron muchos los compañeros de ruta que no
aceptaron esta resolución y se alejaron de la militancia
activa, acusando una «entrega al modelo” y la rendición de las banderas
hasta entonces enarboladas.
Siendo justos, es bueno reconocer que algunos de los que se fueron
mutaron en empresarios o emprendedores, con distinta suerte, otros se
dieron vueltas de carnero de tal manera que hoy se encuentran mirando de
manera distinta, renegando incluso de aquello que sostuvieron con
fuerza y convicción como si nunca hubieran hecho el compromiso de
“luchar hasta vencer”, mientras unos cuantos se fueron para la casa
desengañados y dolidos de todo lo vivido.
Los que se quedaron trabajaron denodadamente por explicar al pueblo
las razones del NO y fueron muy claros al decir que nada se iba a
negociar a espaldas de los más sufridos y castigados por la dictadura.
Lo que nadie imaginó por entonces es que quienes se quedaron también
mutarían, salvo honrosas excepciones.
Ellos no se sintieron tan incómodos con la nueva situación del país.
Negociaron «para callado» con el modelo y se allanaron a los «cambios en
la medida de lo posible», toda vez que dicho negociado les permitió
hacerse de algunos espacios de poder dentro de la estructura del sistema
imperante. Y desde entonces han estado “con el poto en 2 sillas”.
Rechazan y se oponen a las propuestas de los gobiernos de turno y
luego de algunas concesiones terminan aprobando o haciéndose a un lado,
con el consiguiente perjuicio para quienes aún creen en sus cantos de
sirena.
Lo anterior es particularmente notorio en las leyes que durante estos
años de “democracia cautiva” se han dictado para domesticar al
movimiento sindical.
No obstante, insisten con majadería en que están junto al pueblo y sus luchas. (Ver El Mercurio 11-1-2015, página D-8)
Las “honrosas excepciones” tomaron caminos diferentes, quedándose
algunos de ellos en el trabajo sindical y poblacional, firmemente
convencidos de que solo un pueblo organizado es capaz de barrer con los
acuerdos y herencias de la dictadura, lo que posibilitará avanzar hacia
la construcción de una sociedad más digna y justa.
En estos años se les ha dicho de todo, desde aventureros hasta
traidores, y sin embargo se mantienen firmes en sus posiciones y
trabajan denodadamente entre los trabajadores, promoviendo la
organización de la clase.
Tienen claras las demandas sindicales y populares, como claras están
también las condiciones para avanzar en esas demandas. No han entregado,
ni entregaran, un cheque en blanco a ninguna administración pues por
sobretodo están los derechos irrenunciables de los explotados.
32 años después, se ven nuevamente interpelados a tomar una posición
que permita a los más abusados mirar con un dejo de esperanza lo que se
viene.
Nosotros – muchos de los que estamos en la pelea desde siempre –
tenemos claro que bajo las actuales condiciones no hay posibilidad de
grandes avances, pero en la disyuntiva de resolver entre APRUEBO y
RECHAZO tenemos que analizar lo que está en juego y tomar partido por
una de las alternativas, sujeto esto a las condiciones en que se
encuentra la organización popular en todos los niveles.
Votar APRUEBO es pronunciarse claramente por aquello que demandamos
durante más de 3 decenios. Es marcar la opción de una Nueva
Constitución, teniendo claro que cualquiera que sea el instrumento que
la construya no representará en sentir de la gran mayoría de nuestro
pueblo.
En efecto, la nueva Constitución que se construya seguirá la línea de
quienes están vinculados al poder, con todos los matices que esta
vinculación tiene. Pero debemos tener muy claro que esto solo es
resultado de nuestra incapacidad de construcción.
No pudimos hasta ahora organizar a los millones que están
descontentos pero siguen permeados por el discurso del sistema, por lo
que el gran desafío es tomar las ganas de los que sueñan con terminar
con la Constitución pinochetista y decirles claramente que la
Constitución que queremos solo podremos construirla cuando dispongamos
de las fuerzas suficientes para barrer con el sistema capitalista.
Lo que viene será un paso pequeño respecto del camino que nos resta
por recorrer, pero es un paso que debemos dar porque si la posibilidad
de votar fue puesta en la mesa, es gracias al esfuerzo de unos cuantos
miles que se enfrentaron contra el poder y lo pusieron en jaque, mas no
pudieron darle el golpe de nocaut.
Es un paso pequeño que debemos dar, teniendo al frente los desafíos
futuros y reiterando la defensa irrenunciable de las demandas de nuestro
pueblo, que hemos hecho nuestras y que por ahora seguirán
insatisfechas.
DE DONDE VIENE LA VIOLENCIA
“La violencia es el tipo de interacción entre
sujetos que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de
forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan con hacer daño, mal o
sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un
individuo o a una colectividad, afectando a las personas violentadas de
tal manera que sus potencialidades presentes o futuras se vean
afectadas.
Según la OMS,
«La violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas
contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como
consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un
traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte».
https://es.wikipedia.org/wiki/Violencia
Todos y cada uno de los hechos acaecidos en este largo tránsito de la
dictadura a la democracia – que aún no culmina pese al intento de
algunos por insistir en lo contrario – tienen como detonante la fuerza
desmedida e irracional de Carabineros y de los militares cuando han sido
sacados a la calle para tratar de acallar las demandas populares.
Son los uniformados y también en ocasiones la policía de civil, los
que han cargado contra grandes concentraciones de personas utilizando
todos los instrumentos disuasivos con los que se les dota, con el único
objetivo de generar el miedo y el terror. Así el régimen de turno no
responde a las demandas populares, solo castiga sin asco a quienes las
expresan.
Así, si los que protestan aislaran a estos grupos minoritarios, las
demandas pacificas podrían expresarse cuantas veces fueran necesario,
pues estarían dentro del marco democrático que el sistema ha construido
Este discurso es difundido sin pausas por los medios de comunicación y
lo instalan de alguna manera en la ciudadanía. Hay que expresar con
toda la fuerza posible que es un mensaje falso, ajeno por completo a la
realidad.
Gustavo Gatica y Fabiola Campillai quedaron ciegos y más de 200
hombres y mujeres – jóvenes en su gran mayoría- sufrieron la perdida de
uno de sus ojos. Decenas de miles han sido golpeados con saña, otros
tantos sufrieron agresiones sexuales en diversos niveles, incluidas
violaciones, y miles están detenidos por meses sin una acusación clara.
Todos ellos fueron parte de los millones que han salido a marchar y
protestar exigiendo cambios profundos, no miembros de grupos
minoritarios que atacan sin razón.
Todos los que marchan y manifiestan han debido – y tienen todo el
derecho de hacerlo – responder a las brutalidades de las fuerzas
represivas soltadas como perros rabiosos por quienes gobiernan. ¿Cuántos
de los agresores están en prisión o siendo juzgados?
La violencia como está definida no la ponen los que manifiestan sino
los que reprimen, y estos represores tienen todo el respaldo del sistema
porque es este sistema capitalista el gestor de la mayores inequidades y
quiere que todo siga como está.
Tipos y tipas, que no merecen ser llamados de otro modo, se mueven
por el parlamento y bajo la mesa llegan a acuerdos con el gobierno para
sacar más y más leyes que repriman, guardando silencio cómplice ante
todas las aberraciones denunciadas nacional e internacionalmente. Ellos
son los que posibilitan la violencia y deberán ser sancionados.
En el intertanto, no podemos dejar de luchar por aquello que de justicia merecemos, con todas las formas de las que disponemos.
Más y más organización es el desafío de la hora presente.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente Central Clasista de Trabajadores y Trabajadoras
Secretario C.G.T. CHILE