EN MEMORIA DE MAURICIO FREDES
EL ESTALLIDO SOCIAL
Desde que la revolución industrial generó una explosiva producción de
bienes, que llegó acompañada de una descarada explotación a la naciente
clase trabajadora, que tenemos estallidos sociales. Y quien escudriñe
un poquito en la historia, constatará que estas explosiones son un
resultado previsible cuando los poderosos aprietan y aprietan la soga
que mantienen al cuello de quienes trabajan para ellos (o les venden
fuerza de trabajo). Habrá cambiado el material con el que se confecciona
la amarra, hasta el extremo de que el trabajador no la siente, pero la
explotación del hombre por el hombre está más vigente que nunca y se
profundiza cada día que pasa. El capital sigue mandando y generando
leyes para cautelar sus ganancias y mantener el dominio.
Los trabajadores sabemos de estallidos sociales desde siempre y
también que son miles las vidas que se han dejado, en la lucha por
mejorar las condiciones de vida de los más desposeídos. No olvidamos que
los responsables de los crímenes son ejército, armada, fuerza área y
carabineros, que dócilmente y sin chistar cumplen las ordenes de sus
amos.
En el mitin de la carne en Santiago en 1905 mueren 250 personas y el
jefe de las tropas fue el general Roberto Silva Renard, quien en 1907
dirigiría la matanza en Santa María de Iquique que costó más de 3.000
vidas de hombres mujeres y niños.
El 6 de febrero de 1906 en la plaza Colon de Antofagasta una llamada
“guardia del orden”, que fue armada con fusiles por el ejército, cargó
contra obreros que demandaban aumento del tiempo de descanso por
colación y junto con la marinería los balearon, generándose un número
indeterminado de muertos que algunos cifran en 300.
En la madrugada del martes 27 de julio de 1920, la sede de la FOM y de El Trabajo fue
asaltada e incendiada. Alrededor de las 3:00 horas, tropas de militares
y carabineros rodearon el edificio y abrieron fuego. Aquellos que
intentaron escapar del edificio fueron muertos en las puertas. Luego
incendiaron el local donde el resto de los trabajadores murió
carbonizado. Más de 30 personas perdieron la vida en el asalto e
incendio.
Avanzan los trabajadores en organización, demandan respuestas a sus peticiones y crece la represión desenfrenada.
El 3 de febrero de 1921 militares y carabineros balean en la oficina
San Gregorio a los trabajadores que demandan pago de desahucio dejando
más de 100 muertos.
La masacre en la oficina salitrera Marusia ocurrió en marzo de 1925 y fue la respuesta del gobierno de Chile –bajo la presidencia de Arturo Alessandri– a una huelga de
los trabajadores salitreros. La masacre provocó más de 500 muertos,
siendo más del 90% de ellos huelguistas y sus familiares. Los
responsables de esta masacre son miembros del ejército.
En más de 2000 se calcula el número de obreros y sus familias, que
fueron asesinados por efectivos del ejército y la marina en la oficina
salitrera La Coruña, en la pampa del Tamarugal, acción armada que se
realizó el 5 de junio de 1925.
Militares y carabineros son responsables de los más de 500 campesinos
mapuches y trabajadores de lavaderos de oro, asesinados en la zona de
Ranquil el 6 de julio de 1934.
6 pobladores mueren en 1962 en la Población J. M. Caro en Santiago en
manos de carabineros y uniformados que reprimen un paro convocado por
la CUT, 8 obreros mueren en El Salvador el 11 de marzo de 1966 por balas
del ejército, mientras que 11 pobladores son muertos por carabineros en
Pampa Irigoin en P. Montt el 9 de marzo de 1969.
No vengan entonces a preguntarse las razones de la explosión social
iniciada a principios de octubre de este año y vigente – aunque en un
tono menor a las primeras semanas – hasta estos días.
La respuesta a los abusos de decenios es nacional, no instigada ni
financiada por nadie desde el exterior. Es el NO MAS ante tanta alza
abusiva, sueldos miserables, pensiones de hambre, créditos
universitarios usureros, viviendas sin patio y poca privacidad, abuso
moral y laboral con las mujeres, descuido de los niños y ancianos,
carencia de un servicio de salud para todos. Estas y muchas más son las
razones del estallido social y, aunque les duela escucharlo, seguirán
vigentes mientras persista el estado actual de cosas.
EL ACUERDO POR LA PAZ Y UNA NUEVA CONSTITUCION –
LA CONSULTA MUNICIPAL

Los anticapitalistas, los que han puesto aguante a la arremetida de
la dictadura Piñerista, carecemos aun de una organización potente que
hubiera instalado e impuesto por vía de los hechos la Asamblea
Constituyente, como punto inicial de cualquier discusión para el futuro.
Seguimos con bravatas en algunos medios alternativos y en las redes
sociales, no obstante a la hora de decidir y de resolver ni tenemos
capacidad ni tenemos decisión para sostener las banderas. Seguimos
desunidos seguirán barriendo con nosotros.
En las últimas semanas “los salvadores de Chile” se dieron cuenta que
metieron las patas hasta el fondo, y han tratado de instalar para el
próximo proceso plebiscitario la paridad de género, además de cupos para
los pueblos originarios y la participación de los independientes. Sin
embargo, y tramposamente, dejaron fuera de la discusión la necesidad de
que este proceso fuera conducido por una Asamblea Constituyente.
¿Y los campeones de la democracia – en el poder y en los extramuros –
tienen en su estatutos normas de paridad de género (50% de la directiva
hombres 50% mujeres) y participación con cuotas de los pueblos
originarios?
Lo más probable es que esto no ocurra, por lo que debe quedar claro
que están usando la paridad y la participación de pueblos originarios e
independientes solo como un recurso para granjearse la simpatía de la
población, y que en ningún caso creen en esto pues no lo practican en su
trabajo diario.

No hay que renunciar bajo ninguna circunstancia a las plataformas de
lucha de la clase, la nueva sociedad a la que aspiramos no se va a
construir con el próximo plebiscito.
Es en el proceso de esta “crisis social” (inédita para algunos aunque
aquí hemos mostrado que las crisis o estallidos son la respuesta al
proceso de explotación y abuso indiscriminado del capital) que los
municipios anunciaron, días antes del “acuerdo” una consulta a la
población para dirimir, escuchando a la gente, cuales son las cuestiones
de mayor preocupación en los barrios, incluida la convocatoria a una
nueva Constitución.
Dicha consulta se realizó recientemente, durante 3 días, en 225
municipios de un total de 346, que conforman la Asociación Chilena de
Municipalidades.
Según los datos entregados, participaron 2.1 millones de ciudadanos,
incluidos quienes tienen entre 14 y 17 años y que, para los efectos de
medir participación, no son parte del padrón.
En términos generales, del total de participantes un 92,4% se
manifestó a favor de una nueva Constitución y para llegar a la misma el
73,1 % de quienes votaron se inclinó por la opción de una Convención
Constitucional. Con este dato se presenta un problema no menor, ya que
algunos municipios (no se especifica cuantos son ni la cantidad de
personas que aglutinan) dicen haber consultado a sus votantes por una
alternativa denominada Asamblea Constituyente la que habría obtenido
un 83% de las preferencias.
En algunos muros de Santiago se ven letreros que dicen que la
consulta municipal aprobó una asamblea constituyente, lo que en estricto
rigor es una información falsa de la que alguien debiera hacerse cargo.
Claramente en la Asociación de Municipalidades confluyen, al menos, 2
visiones y ninguna de ellas ha sido cauta al entregar resultados,
resultados que habida cuenta del nivel de participación ciudadana no
sirven, salvo para llenar algún espacio en los medios.
En efecto, la participación en esta consulta municipal fue pobre,
pobrísima, tanto que vamos a omitir el % que puede haber de votantes
entre 14 y 17 años, a saber:
El padrón electoral al año 2017 era de 17, 3 millones de inscritos,
de los cuales en la elección presidencial 3.8 millones se inclinaron por
Piñera.
En conclusión la convocatoria de la Asociación Chilena de
Municipalidades apenas superó el 50% del total de votos que obtuvo
Piñera ese año, y por entonces todos coincidimos en lo miserable de la
votación de Piñera. ¿Porque ahora debería ser distinto?.
Y SI TENEMOS LA RAZON POR QUE NO GANAMOS?
Esta es una de las preguntas que más se escucha en las asambleas y
encuentros sindicales y, desde nuestra perspectiva, respondemos que el
elemento principal para que los poderosos mantengan su hegemonía radica
en la falta de unidad y la deficiente organización.
En efecto, solo en esta pasada varios han sido los intentos por
asumir la dirección del movimiento sin tomar en cuenta a TODOS los que
participan de él, desde las barras bravas a las organizaciones sociales
sindicales y políticas, que siempre han expresado su rechazo al estado
de cosas pero son marginadas permanentemente de la toma de decisiones.
La sublevación popular fue comenzada por los estudiantes y hecha suya
por todo el pueblo, y sin embargo los patudos de siempre se pusieron en
primera fila y comenzaron a dar las recetas para aplacar el descontento
popular.
Allá partieron a buscar soluciones con los responsables del problema y
apenas pudieron suscribieron acuerdos de los que hoy se muestran
dudosos.
Otros construyeron un decálogo con las demandas populares y lo
levantaron como si todo el pueblo hubiera concurrido a la construcción
del mismo, mientras los de uniforme mutilaban, violaban, baleaban y
golpeaban sin asco, contando con la anuencia de los que proponen cambios
para que nada cambie.
Aquellos que quieren tener la confianza del pueblo en su gestión y
dirección presente y futura, deberán pedir primero perdón a este pueblo
al que abandonaron por decenas de años, explicarle porque pactaron con
derechistas camuflados y social demócratas, porque permitieron leyes
laborales y de todo orden que solo trajeron mayor aflicción a millones.
No pueden arrogarse la representación del pueblo sin antes prometer a
éste que no volverán a abandonarlo, cuando vuelvan a escuchar los
cantos de sirena del capital, sutilmente disfrazados de diálogos y
acuerdos para sostener la democracia.
Los que somos buenos para pelearle al capital también debemos
hacernos la autocrítica. No hemos sido hasta ahora capaces de
construir al menos una unidad en la acción, que posibilite avances en
una sola dirección. Decirnos las cosas a la cara y tomar compromisos de
no intentar hegemonizar ni dejar las cosas a medias, como ha sucedido en
ocasiones anteriores.
Aún no se logra comprender, y si se comprende no se aplica, que el
principal desafío es la organización en miles de instrumentos de base,
organizaciones desde donde deben salir los lineamientos y tareas para
dar pasos de verdad en la lucha contra el capital que lo arrasa todo.
Como organización sindical nos hemos solidificado y crecido en estos
meses de lucha. Logramos romper la pasividad y generamos innumerables
acciones de reclamo de derechos al interior de las empresas e incluso
tuvimos movilizaciones y paros resueltos en reuniones y asambleas.
La CGT junto a la Central Clasista estuvo en todas y cada una de las
marchas convocadas, y aún estamos presentes en las que se desarrollan.
Apoyamos y cooperamos para la instalación de una olla común que
entregado alimentos a los valientes de la primera línea. Llevamos
nuestra opinión y trabajo a Aysen y San Pedro de Atacama y explicamos el
sentido del término clasista a cientos de trabajadores, quienes lo
abrazan entusiastas y nos dan muestras de afecto y compromisos de
trabajo.
Y aun así no estamos plenamente satisfechos, creemos que si nuestras
falencias se analizan en el colectivo nos pueden ayudar a responder la
pregunta que aquí nos hacemos.
Menos recados y compromisos por correos, wasapp, facebock y más
calle, con banderas y volantes explicativos de nuestro quehacer
entregados a los miles que marchan buscando respuestas.
Cierto es que, llegado el momento, la victoria será nuestra pero más
cierto aún es que para que eso suceda debemos dar mucho más de lo que
damos. No hemos ganado nada todavía, pero si mantenemos inalterable el
compromiso y le sumamos calle y trabajo a la salida de las empresas el
2020 que ya está aquí nos entregará nuevas victorias.
El presente es de lucha, el futuro es nuestro.
MANUEL AHUMADA LILLO
Secretario CGT – Presidente Central Clasista