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PULSO SINDICAL Nº 141 – DEL 01 AL 07 DE ABRIL DE 2012

Seguramente muchos de los que acostumbran pasar un par de horas al día entre troncales, alimentadores y estaciones del Metro han sufrido decepcionantes experiencias, han concluido en caliente que no queda mucho por hacer, aunque luego se han rehecho y decidido que se debe seguir trabajando para que el pueblo, los mas privados de todo, logren en algún momento desarrollar su conciencia de clase y se pongan a la cabeza de la lucha por cambiarlo todo. Yo también tuve un día de esos.



Todo parte generalmente muy temprano en la mañana, en una atestada micro del alimentador G 22 (me han contado que en todas se repite la misma escena que aquí relato), servicio donde los conductores tienen muchas agallas para gritar a ancianas y jóvenes estudiantes pero se quedan mudos ante la prepotencia de quienes no validan su pasaje. Podrán estos infractores tener muchas y validas razones para no usar su BIP, pero eso no les da derecho a faltarle el respeto e incluso amenazar a quienes no aceptan ser “prensados” en el microbus y reclaman un mínimo de consideración.
Luego de sortear los atochamientos de la Gran Avenida – ¿cual será la razón para que el Metro no llegue hasta San Bernardo?- se llega a una atestada estación Intermodal en la  Cisterna.
Un mar de gente se mueve para allá y para acá. Nadie parece fijarse en el que va al lado o delante. Caballazos, empujones y palabras soeces, que a veces se transforman en invitación a pelear ahí mismo, son el pan de cada día. No importa si es un anciano, un inválido una mujer embarazada o un pequeño o pequeña, el ciudadano avanza sin mirar, avasalla hasta toparse con otro avasallador. Lo único que importa es avanzar a como de lugar.
Si algo puede graficar a esa masa casi inexpresiva, son los audífonos ensartados en sus oídos, aunque también compiten por este honor quienes hablan a todo pulmón por el celular y los que llevan la música a todo volumen, seguramente pensando que ésta es del agrado de todos quienes les rodean.

No es una exageración decir que lo peor está por pasar.
En efecto, cuando se llega al gran espacio habilitado para comprar boleto o cargar tarjetas, una serie de filas ponen la alerta, aunque no todas son para esta operación. Cientos de personas avanzan hacía adelante, una detrás de otra, en cualquier dirección, pensando seguramente en la meta, que es el sector de torniquetes.
Hace un tiempo se me ocurrió expresar en voz alta mi descontento, no obtuve mas respuesta que la dura voz de un guardia en mi oído conminándome a “no sublevar a la gente o me llevaría detenido”. Confieso que estuve un par de semanas viajando calladito, pero muy luego comencé nuevamente a reclamar por mis derechos y los de los demás. Así me sorprendió este día, el primer día de Abril del 2012.
Se ha hecho muy común la “falla técnica” para explicar todo lo malo que pasa en el Metro. Mientras periódicamente suben la tarifa, más aumentan las fallas técnicas y con ellas las aglomeraciones y los problemas. Seamos justos. No son muchos los que reclaman por esto, bueno si lo hacen por Internet u otras redes sociales, pero “in situ” son contados y aquí les entrego una prueba de ello.
El problema en esta ocasión parece ser mayor y se repite cada cierto tiempo por los parlantes la clave que suspende el paso de gente al andén. Fácilmente superamos el millar quienes esperamos, moviéndonos como animalitos camino del matadero, o sea hacía adelante o al lado, presionando a los otros, resollando.

No éramos mas de 10 los que reclamamos contra este atropello, y al minuto ya estábamos golpeando palmas. Para ser honestos, no nos siguió la masa, lo mas claro que escuchamos fue un ¡déjense de guevear! Y algunas risitas cómplices.
La aglomeración crece, el silencio se mantiene, ya comienzan a ocuparse las escaleras pero pocos, casi nadie reclama, todos están entregados a lo que les ingresa por los audífonos ensartados en sus oídos.
Al grupo de descontentos se unen varias señoras, no solo golpeamos palmas, también exigimos a grito pelado mas respeto y mejor servicio. Seguro somos ya mas de 50 y la bulla crece, hasta que otro tipo grita por allá “cállense viejas de mierda”. Los gritos subieron de tono pero duraron poco, hasta que otra persona mas allá dijo “pa’ que reclaman si ya estamos cagados”.
Luego de casi 30 minutos pudimos ingresar a la estación y volver a ser bestias arreadas para entrar a un carro. Ahí, en ese espacio pequeño, muchos de los que guardaron silencio mientras unos pocos protestamos, ahora se pelean de palabra, se empujan, llegan hasta a los manotazos y ¡se escupen!, hasta que son sacados por guardias.
La gran mayoría, vale decirlo, continuó cautiva de sus audífonos, mirando hacía la nada fuera del carro o agacho la vista.

Me han dicho que pasa lo mismo en muchas estaciones, que en algunos casos se van a los golpes. Los de afuera y los de adentro de los carros del Metro, son dos bloques irreconciliables que se han declarado la guerra y que no transaran por imponer sus condiciones.
De vez en cuando, muy de vez en cuando, algunas decenas de personas se sublevan en la parada de algún troncal. Algunas decenas, cuando debiéramos ser miles los que dijéramos ¡BASTA! A este trato indigno.

Quien tiene la culpa de esto?. Primero los usuarios por permitir que suceda. Luego aquellos que viven hablando a nombre del pueblo, pero que no hacen nada para que realidades como esta de la locomoción colectiva cambie. También tenemos velas en este entierro los que militamos en organizaciones políticas y sociales, que no hacemos lo suficiente por educar a la gente y prepararla concientemente para que haga una opción social y trabaje por ella.
Desde la población, el barrio, la villa hay que exigir a los municipios ,mejores calles, mas microbuses.
Los trabajadores deben entender que este problema se debe enfrentar desde la organización y que ésta se llama Sindicato. El Sindicato tiene la obligación de presentar proyectos de contrato colectivo y en estos instalar entre otros puntos irrenunciables el bono de locomoción y la movilización de acercamiento 
Tiene que conversar con los Sindicatos de chóferes, de funcionarios del Metro y de conjunto buscar respuestas, y presentar alternativas.
Quienes viven escribiendo sobre la explosión social que se acerca, los mismos que están desesperados buscando a “la figura” que guíe el piño y que semana a semana exponen que estamos casi listos para tomar el palacio de invierno, deben ir mas a estos lugares de concentración popular y ayudar a desentrañas este acertijo. ¿Cómo, como es posible que sean tantos los momentos de humillación y casi no haya reacción popular?.

Educar, Organizar y Luchar sigue siendo la tarea. La principal tarea a la que hay que meterle el diente de una buena vez.

                                                                             
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T CHILE