¿Qué sucedió después del 1 de mayo de 1886?
El 4 de mayo se reunieron en la plaza Haymarket, en Chicago, unas 15 mil personas.
Varios
de los que posteriormente serían ahorcados, y que pasarían a la
historia como los mártires de Chicago, se encontraban reunidos en la
redacción del Arbeiter Zeitung, diario de orientación anarquista y
publicado en alemán, cuando les avisaron que en la concentración se
necesitaban oradores en ingles.
Al
llegar al lugar, que se ubicaba en un barrio de aserraderos y
frigoríficos y cercano a una unidad policial, hacía uso de la palabra
August Spies, a quien le precedieron Albert Parsons y Samuel Fielden.
Todos ellos estaban vinculados a grupos anarquistas y socialistas.
El
acto se realizaba con tranquilidad, pese a la brutalidad policiaca del
día anterior, al punto que el alcalde de la ciudad ordenó a un capitán
de policía que retirara la tropa que custodiaba el lugar de la
concentración.
Comenzó
a caer la lluvia y la gente se dispersaba por la plaza buscando refugio
mientras continuaban los discursos. En un momento hicieron su aparición
en el lugar alrededor de 180 policías, comandados por los
capitanes Bonfield y Ward, quienes ordenaron dar por terminado el
mitin, mientras sus hombres tomaban posiciones para disparar.
Lo
que sucedió ese día en la plaza Haymarket fue relatado por un cronista
de excepción, el joven corresponsal de “La Prensa” de Buenos Aires,
llamado José Martí.
Escribió Martí: “Fielden
era el orador, Spies seguía en la tribuna, cuando de pronto se vio
descender por sobre sus cabezas caracoleando por el aire, un hilo rojo.
Tiembla
la tierra, hundese el proyectil cuatro pies en su seno, caen rugiendo
unos sobre otros los soldados de las dos primeras líneas. Los gritos de
un moribundo desgarran el aire”.
Una
bomba lanzada por mano anónima, presumiblemente un infiltrado de la
compañía Pinkerton, cayó entre los policías. Estos abrieron fuego sobre
los manifestantes, dejando 38 obreros muertos y 115 heridos.
Continúa diciendo Martí en su crónica:”
Los dirigentes se hallaron en difícil situación, acusados de haber
elaborado y ayudar a lanzar – cuando no lanzado – la bomba del tamaño de
una naranja que tendió por tierra las filas delanteras de los policías,
dejó a uno muerto, causó después la muerte de 6 mas y abrió en otros 50
graves heridas.”
La
noche del 4 de mayo de 1886, Chicago fue puesto en estado de sitio, con
toque de queda y ocupación militar de los barrios obreros. Dicen las
crónicas de la época que un oficial de policía apellidado Chak , detuvo e
interrogó de manera brutal a 300 personas esa noche. Al día siguiente
el New York Time vocero del empresariado de le época, daba por cierto
que la bomba fue lanzada por los anarquistas..
Las detenciones, el juicio y las condenas
Entre
los más de 1000 detenidos se inculpó a Samuel Fielden y a otros 7
dirigentes anarquistas de haber atacado a la policía. Esa misma noche
fueron apresados August Spies, Michael Schwab y Adolf Fischer, en las
oficinas del Arbeiter Zeitung.
Fielden
fue sacado herido de su casa al igual que Engel y Neeb. Ling fue
apresado en su buhardilla. Parsons escapó pero se presentó
voluntariamente al tribunal al iniciarse el proceso, para compartir la
suerte de sus compañeros.
El
17 de mayo de 1886 los acusados comparecieron ante un tribunal, cuyo
juez designo un jurado integrado por individuos prejuiciados contra los
anarquistas y socialistas y predispuesto contra los detenidos que fueron
acusados de “conspiración de homicidio”.
A
diferencia del procedimiento normal de escoger los miembros del jurado
al azar, el juez delegó esta función en un alguacil quien llegó incluso a
designar en el jurado a familiares de algunos de los policías
afectados.
La estrategia de la fiscalía fue presentar los hechos acaecidos como parte de un complot anarquista de vastas proporciones.
Dijo
la fiscalía que la del 4 de mayo, sería la primera de una serie de
bombas que iban a ser lanzadas contra todos los locales policiales de
Chicago.
Para
probar esta tesis es fiscal recurrió a falsos testigos que eran
rápidamente puestos en evidencia, por la defensa de los acusados. Aun
así el juicio siguió adelante, contando con el irrestricto apoyo de la
prensa oficial, que había creado un clima hostil hacía los acusados y
agitaba en la opinión pública, la necesidad de un castigo ejemplar.
Rápidamente dictó la sentencia el tribunal especial.
El 20 de agosto fueron condenados a muerte 7 de los 8 acusados.
El
9 de octubre el juez confirmó la sentencia del jurado. Una apelación de
la defensa alargó el drama por casi un año. Finalmente en septiembre
de 1887 la apelación fue rechazada casi en su totalidad, cambiándose
solo 2 penas de muerte, las de Fielden y Schwab por cadenas perpetuas.
El 11 de Noviembre de 1887 fueron ahorcados:
Augus Spies, Periodista, 31 años, alemán,
George Engel, Tipógrafo y periodista, 50 años, alemán,
Adolf Fischer, Periodista, 30 años, alemán,
Albert Parsons, Periodista, 38 años, norteamericano,
Un día antes, el 10 de Noviembre murió dinamitado en su celda, Louis Lingg, Carpintero, 22 años, alemán.
Fueron
condenados a cadena perpetua Michael Schwab, tipógrafo encuadernador,
33 años, alemán y Samuel Fielden Pastor metodista y obrero textil,
ingles,
Oscar Nebbe , vendedor, norteamericano fue condenado a 15 años de trabajos forzados.
Las
palabras de los que murieron en el cadalso son un testimonio que
permanece en el tiempo. Aun hoy suenan fuertes y claras llamando a los
trabajadores explotados a la reflexión y a la acción.
Debemos
leerlas con detención, compartirlas con los trabajadores, asumir como
una obligación y más allá de las ideologías que se puedan o no tener,
que la lucha obrera se da sin pausas y por siempre
Dijo Albert Parsons a sus enjuiciadores: “Sostengo
que nuestra ejecución será un crimen judicial, que es una cosa mucho
peor que un linchamiento. Vuestra señoría sabe perfectamente que este
proceso ha sido provocado, inspirado, encauzado, orientado y
propagandizado por los capitalistas”.
George Engel expresó:”No
combato individualmente a los capitalistas, combato al sistema que
produce sus privilegios. Mi mas ardiente deseo es que los trabajadores
sepan quienes son sus enemigos y quienes sus amigos. Todo lo demás
merece mi desprecio. Desprecio el poder de un gobierno inicuo, desprecio
a sus policías y sus espías.
Habló August Spies, con voz clara:”Pues
bien, ya he expuesto mis ideas, ellas constituyen una parte de mi
mismo. No puedo abominar ni tampoco lo haría aunque pudiese. Os digo
que si la muerte es la pena que imponéis por proclamar la verdad,
entonces estoy dispuesto a pagar tan alto precio, orgullosa y
bravamente”.
Adolf Fischer dijo al jurado: “La
historia se repite. En todo tiempo los poderosos han creído que las
ideas de progreso se abandonarían con la supresión de algunos
agitadores. Pero aunque los obstáculos que se opongan al progreso
parezcan insuperables, siempre han sido vencidos y esta vez no
constituirán la excepción a la regla.”
Michael Schwab declaró a sus acusadores: “El
socialismo tal como nosotros lo entendemos significa que las tierra y
las maquinas deben de ser de propiedad común del pueblo. Bajo tal
sistema todos los seres humanos habrán de disponer de medios
suficientes para realizar un trabajo útil y es indudable que a nadie le
faltará trabajo”
Finalmente Luis Lingg dijo a sus verdugos:” Repito que soy enemigo del orden vigente y con todas mis fuerzas repito que mientras aliente un soplo de vida lo combatiré.
Os desprecio, desprecio vuestro orden, vuestras leyes, vuestra autoridad sostenida por la fuerza, ¡ ahorcadme por eso!.
En
1893 un nuevo gobernador reabrió el proceso. El juez Eberhardt
estableció que los ahorcados habían sido victimas inocentes de un error
judicial.
Neeb, Schwab y Fielden fueron puestos en libertad. Se comprobó que los testigos de cargo habían perjurado.
¿Cuando se resolvió la conmemoración del primero de Mayo, como Día Internacional de los trabajadores?
“Habían
pasado algo más de tres años de aquel histórico mayo de 1886, cuando en
junio de 1889 se efectuaron en París dos Congresos Internacionales
Socialistas al mismo tiempo. Uno de ellos reunido en la calle Lancry y
el otro en la sala Pétrelle.
El
primero más representativo sindicalmente por el número de
organizaciones que enviaron delegados; el segundo lo era en cambio por
las personalidades y el pensamiento que agrupó. Ambos se pronunciaron
por la jornada de ocho horas.
En
el de la sala Pétrelle (que recibiera el epíteto de marxista), además
de reafirmar el criterio de que “ocho horas deben constituir legalmente
un día de labor para los obreros”, se aprobó la histórica resolución que
convirtió el 1° de mayo como Día Internacional de la clase obrera y que
dice así:
“Se
organizará una gran manifestación internacional con fecha fija, de
manera que, en todos los países y ciudades a la vez, el mismo día
convenido, los trabajadores intimen a los poderes públicos a reducir
legalmente a ocho horas la jornada de trabajo y a aplicar las otras
resoluciones del Congreso Internacional de París.
Visto
que una manifestación semejante ya ha sido decidida por la American
Federation of Labor para el primero de mayo de 1890, en su Congreso de
Saint Louis, se adopta esta fecha para la manifestación internacional”.Y más adelante agrega:
“Los
trabajadores de las distintas naciones llevarán a cabo esta
manifestación en las condiciones impuestas por la especial situación de
su país”.
De
esta manera quedó establecido el PRIMERO DE MAYO como Día de la Acción
Unida y Combativa de los trabajadores del mundo por sus objetivos
comunes.
Los
primeros en conmemorar la fecha en Latinoamérica son las organizaciones
sindicales de Argentina y Cuba en 1890. Se dice que fue acatando el
acuerdo del Congreso Internacional Obrero de Paris, que instituyó la
fecha en 1889.
La primera conmemoración del primero de mayo en Chile se realizó en Valparaíso en 1892.
En
1898 se realizan actos en Santiago y Valparaíso, organizados según el
historiador Osvaldo Arias, por la Unión Socialista de tendencia
anarquista.
Son
también los anarquistas quienes en el año 1900 organizaron la fecha en
Valparaíso, donde se organizó un desfile. A partir de este año comienza a
conmemorarse regularmente cada año.
En 1925 se decreta el primero de mayo como feriado.
En este siglo XXI cada vez son menos los que no trabajan el primero de mayo.
En
1886 se dio un paso gigante en el despertar de los trabajadores, paso
que venía antecedido de procesos de organización en distintas ciudades y
países del mundo.
Desde
esa fecha y hasta ahora, a pesar de las conquistas y perdidas de
derechos que hemos sufrido, caminamos erguidos, recordando a nuestros
mártires y muy claros en el objetivo final, al que jamás renunciaremos.
Nosotros,
trabajadores chilenos, debemos tomar nota de estas y otras
experiencias, más aún cuando deberemos retomar la lucha por la jornada
de 8 horas continuas de trabajo.
HONOR Y GLORIA A LOS LUCHADORES OBREROS DEL MUNDO ENTERO
VIVA EL DIA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES.
VIVA LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES CHILENOS
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE