ANTECEDENTES
El periódico ‘El Clarín’ nació en 1954 como obra de
Darío Sainte-Marie Soruco, chileno/boliviano, ―nacido en Santa Cruz de la Sierra―, y amigo, desde pequeño, de
Salvador Allende; ambos se conocieron y estudiaron en Valparaíso. Según
Patricia Verdugo:
“Su seudónimo
periodístico era Volpone. Fue un poderoso asesor del Presidente
Carlos Ibáñez, con tanto poder como para instalar a su hermano en dos cargos
ministeriales (Justicia y Relaciones Exteriores). Hasta su dentista fue
ministro de Tierras y Colonización (actual Ministerio de Bienes Nacionales).
Hombre de izquierda sin militancia, hizo de Clarín un poderoso
instrumento comunicacional ―250 mil
ejemplares de tiraje diario― contando con el
talento de un director de excepción, Alberto Gamboa”[1].
Problemas
de salud hicieron que, en 1972, traspasara Sainte Marie el dominio del
periódico a su amigo Victor Pey Casado, hecho que no implicó mayores cambios en
el equipo periodístico ni en la línea editorial del mismo, como lo reconociera
su ex director Alberto Gamboa años después, cuando se desempeñaba como
periodista del diario La Nación:
“[…] fue
muy respetuoso, al igual que lo fue Sainte-Marie, de la libertad periodística.
De modo que tuvimos una muy buena relación”[2].
De lo que sucedió a partir del golpe militar, nos lo revela
una carta enviada al diario El Mercurio por Jorge Arrate y Roxana Pey:
“[…] la
madrugada del 11 de septiembre de 1973, aún antes de consumarse plenamente el
Golpe y de bombardear La Moneda, Clarín fue asaltado por militares que
confiscaron la edición de ese día y desde entonces se adueñaron de su
patrimonio, consistente en valiosas propiedades y equipamiento, que aún el Estado
no devuelve en esta interminable transición”[3].
La suerte del diario ‘El Clarín’ se decidió antes de
la perpetración misma del golpe: no era un diario neutral, tenía amplia
aceptación ciudadana, era el diario de más alta circulación en el país, tuvo
directa participación en la elección de Allende. Nada de eso perdonaría la
dictadura pinochetista.
“[…] antes
de perpetrarse plenamente el golpe, se detuvo a los periodistas, al
personal y de ahí en adelante se confiscó el diario de ese día y todos los bienes, todo
el patrimonio del diario Clarín que consiste en un equipamiento, así como sus
valiosísimas propiedades, que siguen en manos del Ejército de Chile”[4].
Eso
era el comienzo. Porque,
“Tras el golpe militar y la clausura de Clarín, vino la persecución. El director Gamboa fue prisionero político en campos de concentración. Y Víctor Pey logró salir al exilio. Su oficina fue allanada y su caja fuerte, abierta con una carga de dinamita. Dentro estaban las acciones de Clarín y el contrato de ventas firmado en Estoril”[5].
Casi dos años después de consumado el golpe, más
exactamente, el día 10 de febrero de 1975, con la firma del general Augusto
Pinochet, investido ya en el cargo de ‘presidente de la República’, se dictó el
Decreto 165 en cuyo art. 1 se declaraban disueltos el Consorcio Publicitario y
Periodístico S.A. y la Empresa Periodística Clarín Ltda.
LA BATALLA POR LA RECUPERACIÓN DEL ROTATIVO
Tras el golpe militar, en 1990, y luego de crear con
Joan Garcés la Fundación Presidente Allende FPA, Víctor Pey regaló el 90% de
las acciones de El Clarín a dicha entidad. Fue la Fundación la que, en 1996, entabló
la acusación en contra del general Pinochet, logrando su arresto en Londres.
Pero la lucha de Pey no había terminado, porque, en plena transición, consiguió
que se le devolviesen las acciones.
“Con las
acciones ya en su poder, desde 1995, Pey intentó repetidas veces negociar con
el gobierno de Eduardo Frei, de modo que el Estado compensara la expropiación
hecha por la dictadura. Objetivo: volver a poner a Clarín en
circulación”[6].
Pero
Frei no lo iría a escuchar. Obnubilado por los éxitos que le auguraban los
sectores dominantes de la nación, estaba atento solamente a los buenos negocios.
“Al no tener
respuesta, en 1997 decidió –con Joan Garcés- recurrir al arbitraje del CIADI,
tribunal internacional del Banco Mundial. Podían hacerlo en su calidad de
inversionistas españoles, amparados en el tratado de protección recíproca de
inversiones firmado por Chile y España. Como en dicho tribunal comercial se
contempla el lucro cesante, se hizo el cálculo de las ganancias que habría
dado Clarín de haber circulado libremente desde 1973 y el
resultado fue de 517 millones de dólares”[7].
En
1972, Pey había intentado vender parte de sus acciones a 3 socios; Emilio González
DC, Jorge Venegas, PS y el abogado del diario Ramón Carrasco. El golpe evitó el
pago, anulando la venta. Pero los herederos de González realizaron, en 1998,
un grosero intento de expropiar los bienes de la familia Pey en donde participaron
personajes vinculados al alto mundo de la política. Así ocurrió: los herederos
del demócratacristiano Emilio González ―quien fallece en 1991― y el Ministerio de Bienes Nacionales, actuaron de
consuno; con este último, reconociendo derechos hereditarios de González sobre
el diario El Clarín. Para esos efectos dieron vida, en 1999, a una curiosa
sociedad llamada
Asesorías e
Inversiones S.A. ASINSA con dos socios: Isidoro Gorodisher Rapaport y Ronald
Youlton Vasen. El abogado que redactó la escritura fue Enrique Testa siendo
Gorodisher yerno suyo. La sociedad, cinco días después de constituida, adquirió
los derechos hereditarios de Emilio González otorgados por el Ministerio de
Bienes Nacionales. Joan Garcés denunciaría esta
maniobra diciendo, más tarde, que todo ello fue
“[…]
una operación delictual. Se trata de un caso de corrupción con complicidades
muy altas en las esferas más altas del gobierno de Chile”.
CUANDO LA HISTORIA SE REPITE COMO FARSA
Volvamos a retroceder en la historia porque,
constantemente, esta disciplina nos entrega enseñanzas. Especialmente, cuando advierte que, en ciertas
épocas, las víctimas no solamente aprenden las perversiones de sus verdugos
sino, incluso, las hacen suyas y, a menudo, las superan en su práctica
cotidiana. Como hoy sucede con el gobierno israelita, en su trato con los
palestinos.
Nos narra Karl Marx que, bajo la dictadura de Luis Bonaparte,
se produjo en Francia una fuerte controversia entre el comandante en jefe del
ejército de Paris Nicolás Changarnier y el jefe de Estado, a propósito de una
manifestación que habían realizado algunos oficiales. Para evitar una posible
confrontación, Bonaparte procedió a realizar numerosos cambios tanto en el
mando militar como en el campo político, cambios que explicó, más tarde, con las
siguientes expresiones:
“Francia
exige ante todo tranquilidad... Soy el único ligado por un juramento, y me mantendré
dentro de los estrictos límites que me traza... Por lo que a mí se refiere,
elegido por el pueblo y no debiendo más que a éste mi poder me someteré siempre
a su voluntad legalmente expresada”[8].
Esta misma frase la empleó poco después el diario inglés
‘The Economist’ para referirse, en su número correspondiente al 1 de febrero de
1851, a los sucesos que tenían lugar en Paris:
“Por todas
partes hemos podido comprobar que Francia exige ante todo tranquilidad. El
presidente lo declara en su mensaje a la Asamblea Legislativa, la tribuna nacional
le hace eco, los periódicos lo aseguran, se proclama desde el púlpito, lo
demuestran la sensibilidad de los valores del Estado ante la menor
perspectiva de desorden y su firmeza tan pronto como triunfa el poder ejecutivo”[9].
Y, más tarde, en su número del 29 de noviembre de 1851, la misma revista
declararía
“En todas
las Bolsas de Europa se reconoce ahora al presidente como el guardián del
orden”[10].
CUANDO LA FARSA CONDUCE A UN EXTERMINIO
A nosotros siempre nos ha parecido que tal fue el
pensamiento que orientó la actividad política de la llamada Concertación, política
que se practica hasta el día de hoy por el sexto gobierno de esa coalición.
Poco versados en el estudio de la mecánica que guía
los golpes de Estado, la mayoría de los partidos que entraron a saco en el
Estado chileno luego del triunfo del No, vivían temerosos de una nueva asonada
que veían en cada gesto de Pinochet. Guiados por ese temor insano a un nuevo
golpe, quisieron congraciarse con los sectores empresariales que los habían
acompañado en la ‘oposición’ a la dictadura y comenzaron no solamente a
desconocer, una a una, las medidas que habían prometido llevar a cabo, una vez
en el gobierno de la nación, sino a perfeccionar los métodos que había empleado
la dictadura. No actuó la Concertación de manera diferente a como lo había
hecho el partido del orden, en la Francia bonapartista, intentando:
“[…]
rehuir, atenuar, disimular temerosamente todo conflicto decisivo […] Por miedo a perder las conquistas hechas
contra la revolución dejó que su rival cosechase los frutos de ellas. ‘Francia
exige ante todo tranquilidad’. Así le venía gritando desde febrero el partido
del orden a la revolución, así le gritaba al partido del orden el mensaje de
Bonaparte. ‘Francia exige ante todo tranquilidad’”[11].
Las persecuciones de la Concertación a la disidencia comenzaron
con la incorporación de organismos represivos ―a partir de 1990, ‘legales’― encargados de aplastar a cualquier movimiento
insurgente que pudiese existir. No fue de otro modo cómo se exterminó a la
militancia más combativa del FPMT, del MJL, del MIR, de los movimientos
anarquistas, creándose, al mismo tiempo, un fuerte sentimiento anticomunista
que hasta el día de hoy perdura.
No por otro motivo comenzaron a eliminarse de la
enseñanza pública ciertas disciplinas que resultaban molestas, como Historia,
Educación Cívica, Filosofía… Ante el temor de un nuevo golpe de Estado, se
procedió a crear un ciudadano que obedeciese todo lo que se le imponía. Chile
exigía, al igual que Francia, ‘tranquilidad’.
EL EXTERMINIO DE LA PRENSA CRÍTICA
La prensa es formadora de ideología. La prensa crea
cultura. No por algo las primeras medidas que toman los gobiernos autoritarios
es suprimir la libertad de expresión. Pero, a veces, eso no es posible y los regímenes
que no desean ser sorprendidos en prácticas antidemocráticas, recurren a medios
que no despierten sospechas. Uno de ellos es quitarles el avisaje estatal; otro
es intervenir para que los medios no puedan recibir dineros del exterior. Así
sucedió con la prensa alternativa durante el período post dictatorial: no se
prohibió la circulación de la prensa crítica sino se la combatió hasta
eliminarla, privándola de todos los recursos a los que podía echar mano.
Faride
Zerán lo denunció, en 2005, señalando, al respecto:
“[…] nada ha servido que de un total de 500 millones de
dólares que anualmente invierten las empresas del Estado en publicidad, el 62,7
por ciento vaya a El Mercurio, en
desmedro de los medios independientes que por años han reclamado la ausencia de
políticas públicas que garanticen el pluralismo y la diversidad de opinión a
través de una parte del avisaje de dichas empresas”[12].
Y agregaría,
siempre sobre lo mismo:
“[…] en estos 15 años de gobiernos de la Concertación,
todos sus mandatarios, incluyéndolo a usted, velaron con su indiferencia para
que ningún otro periodismo pudiera consolidarse en Chile. Y cuando cerraban Análisis, Apsi, Hoy, el Fortín Mapocho, el diario La Epoca, o recientemente Plan B, o El Portal del Pluralismo, todos cerraron los ojos asumiendo que el
mercado debía operar”[13].
La idea del exterminio de la prensa crítica estuvo
presente desde el advenimiento mismo de los llamados ‘gobiernos post dictatoriales’
hasta el día de hoy. Según Juan Pablo Cárdenas, otrora director de Análisis,
“[…] cerebros como [Edgardo] Boeninger y Correa fueron los gestores de esta
política. Debieron pensar: ‘Estos medios tarde o temprano nos van a comenzar a
hacer oposición y más vale convenir alguna forma de acuerdo con los medios
tradicionales, que están abrumados por sus culpas y deudas, que ayudar a estos
medios’. Incluso, creo que con El
Mercurio se estableció una relación especial que se prolonga hasta hoy [2008]… […]”[14]
En efecto, sobre el primer caso, el de la ayuda de
otros países al desarrollo de la prensa libre, me permito recordar aquí el caso
más elocuente: fue una reunión que, bajo el gobierno de Aylwin, sostuvo la
representante del gobierno de Holanda con los directores de las revistas Hoy,
APSI y Análisis y los periódicos Fortín Mapocho y La Época para ofrecer sustento
económico a las labores de esos rotativos, ayuda que no pudo concretarse debido
a la presión ejercida por el gobierno chileno a las delegaciones diplomáticas
extranjeras a quienes les manifestó que tales ayudas podrían ser consideradas
por esa administración en el carácter de ‘injerencia indebida en los asuntos
internos de otro, que era un país democrático’[15].
Fue una política de destrucción deliberada y
consciente de la prensa crítica, delineada desde el Estado mismo, en donde
personajes como Enrique Correa, Belisario Velasco y el propio presidente Aylwin[16]
no solamente participaron como autoridades sino actuaron como personajes
centrales en la aplicación de tal política. No debería, así, llamar la atención
que, años más tarde, sucumbiera ante esa desleal medida, la revista ‘Punto
Final’ por la que, junto a su impecable director Manuel Cabieses, hasta el día
de hoy, siento especial aprecio. Esa revista fue, también, junto a otras
publicaciones, víctima de habérseles privado del avisaje estatal[17].
¿Podría sorprender que algo peor le ocurriese al
diario Clarín? Era el rotativo de mayor circulación en el país en el tiempo de
la Unidad Popular. Debía, por consiguiente, tener una más larga agonía.
CONSIDERACIONES FINALES
El reciente fallo de 16 de agosto de la Sala
Constitucional de la Corte Suprema, declarando nula la disposición del Decreto
N° 165 de 1975 de la Junta de Gobierno, que había disuelto ambas empresas,
no debía sorprender. Es más, debía suponerse algo así porque, por una parte,
existía un fallo anterior, emitido por el Centro Internacional de Arreglo de
Diferencias Relativas a Inversiones CIADI —a requerimiento de Víctor Pey, dueño del periódico,
representado por el abogado español Joan Garcés— relativo al caso. Aplicando las reglas de la
jurisprudencia (que no siempre se respetan en Chile), el nuevo fallo debería
haberse orientado en un sentido similar. ‘Jurisprudencia’ no es sino la
costumbre reiterada de fallar en determinado sentido. Por otra parte, los
recientes escándalos en que se han visto involucrados los tribunales hacían
suponer que el ánimo de la Corte Suprema no estaría por seguir acumulando
animadversiones de la ciudadanía en su contra.
No podemos, sin embargo, dejar de señalar la
importancia del fallo: es un espaldarazo a la libertad de prensa. El diario
Clarín era el más vendido hasta antes de su confiscación por la dictadura
pinochetista. El fallo implica una ruta más tolerable hacia el futuro para
quienes practican el ejercicio de la prensa libre.
Han pasado 50 años desde que se confiscaran sus bienes;
algunos desaparecieron. Y solamente después de ello se ha obtenido un triunfo.
En la jerga popular se dice que ‘la justicia tarda, pero llega’. Sin embargo,
en las aulas del Derecho se enseña otra cosa: la justicia que tarda deja de ser
justicia pues es de la esencia de la justicia ser oportuna, sentencia que no
solamente ha de aplicarse a lo que sucede con el periodismo sino a los procesos
incoados a favor de los detenidos desaparecidos, de los presos políticos, de
los torturados, de los asesinados, de los separados de sus trabajos, en fin. Y
ello no ha ocurrido. Curiosamente, no porque la ‘derecha’ no lo haya querido,
sino porque, paradojalmente, pareciera ser que ese fue el objetivo de la
‘izquierda’ triunfante al término de la dictadura; y, posiblemente, el del
actual mandatario. Porque, como lo señalara hace unos días Roxana Pey:
“[…] actuando
como voceros de la fundación, tanto Jorge Arrate como yo, caminamos hasta La
Moneda el año pasado para hacer entrega al Presidente Boric de una carta muy
clara de la situación y fue luego firmada por más de mil personas, entre ellos
destacados periodistas y agrupaciones. Esa carta no ha tenido respuesta hasta
el día de hoy por parte de nadie que represente al Gobierno, entonces esperaríamos
al menos una respuesta, una reacción a este fallo que es muy
significativo y que cambia profundamente el escenario de la propiedad y el
futuro del diario Clarín”[18].
No es raro que así suceda. El
actual mandatario no es sino la continuación de otros mandatarios. Una figura
más de esa larga serie de figuras de papel iguales unas a otras. Sin embargo,
tanto Jorge Arrate como Roxana Pey esperan que el fallo de la Corte Suprema
sirva para entablar ese difícil diálogo.
“La
Corte Suprema, con su fallo, ha abierto ahora el camino al Ejecutivo para una
conversación tan largamente eludida, que permita concordar una forma de
indemnización, de suspender la ejecución forzosa y buscar un acuerdo amistoso.
No es la primera ocasión en que el Poder Judicial abre paso a la corrección y
reparación pendientes de abusos de la dictadura”[19].
A pesar de todo, es tremendamente alentador escuchar
las expresiones de Roxana Pey,
académica de la
Universidad de Chile, quien, refiriéndose al fallo,
“[…] adelantó
que la idea es que el diario vuelva a funcionar como lo hacía antes del
Golpe de Estado:
‘Por 50 años
Víctor Pey y Joan Garcés y todos quienes los acompañamos, nos hemos
comprometido con la publicación, la reedición del diario Clarín para contribuir
a la libertad de expresión y al derecho a la información en el país’”[20].
Alentador, porque lo que el universo de la política
contingente es incapaz de dar, nos llega por boca de una de las representantes
más genuinas de ese hombre íntegro que fue Víctor Pey Casado, amigo entrañable
del presidente Salvador Allende.
Santiago, agosto de 2024
[1] Verdugo,
Patricia: “Documentos ocultos de la historia: Periodista Patricia Verdugo denunció
corrupción gubernamental en el ‘Caso Clarín’”, ‘El Clarín’, 07 de marzo de
2021.
[2] Verdugo,
Patricia: Obra citada en (1).
[3] Arrate,
Jorge y Pey, Roxana: “Carta enviada al diario ‘El Mercurio’”, publicada por
este rotativo el 24 de agosto de 2024.
[4] Redacción: “Roxana Pey y fallo sobre diario El Clarín:
‘Es un gran triunfo para la libertad de expresión en Chile’”, Radio Universidad
de Chile, 20 de agosto de 2024. La negrita es del original.
[5] Verdugo,
Patricia: Obra citada en (1).
[6] Verdugo,
Patricia: Obra citada en (1).
[7] Verdugo,
Patricia: Obra citada en (1).
[8] Marx, Karl:
“El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, Fundación Federico Engels, Madrid, 2003,
pág.68. Con cursiva en el original.
[9] Marx, Karl: Obra
citada en (6), pág.89.Con cursiva en el original.
[10] Marx, Karl: Obra
citada en (6), pág.89. Con cursiva en el original.
[11] Marx, Karl: Obra
citada en (6), pág.69.
[12] Zerán,
Faride: “Carta abierta al presidente Ricardo Lagos”, septiembre de 2005
[13] Zerán,
Faride: “Carta abierta al presidente Ricardo Lagos”, septiembre de 2005
[14] Cárdenas,
Juan Pablo: “Entrevista a Juan Pablo Cárdenas: ‘La Concertación exterminó la
prensa independiente’”, ‘PiensaChile, 31 de marzo de 2008.
[15] Cárdenas,
Juan Pablo: Obra citada en (12).
[16] En el caso
del cierre de la revista Análisis estuco involucrado Carlos Bascuñán, yerno del
presidente Aylwin, según lo denunciara Juan Pablo Cárdenas.
[17] Portales,
Felipe: “Destrucción de Punto Final”, PiensaChile, 03 de mayo de 2018.
[18] Redacción: Obra citada en (4).
[19] Arrate,
Jorge y Pey, Roxana: Obra citada en (3).
[20] Redacción: Obra citada en (4) La negrita es del original.