Para nosotros, los que sentimos y actuamos con y por la clase, este 11 de septiembre - 43 años desde el golpe de estado - no fue igual a los que le antecedieron.
Y
no lo fue por la sencilla razón de que dimos un paso adelante en lo que
se refiere a la memoria, al resolver honrar a aquellos compañeros y
compañeras dirigentes y socios de organizaciones obreras, que pagaron
con su vida la lealtad a la clase de los trabajadores y que en su
mayoría han estado injustamente olvidados.
Son
226, al menos los que constan en una nomina que hemos construido,
trabajadores dirigentes y asociados a sindicatos - 222 hombres y 4
mujeres – los que fueron asesinados en dictadura. 113 ejecutados, 111
desaparecidos y 2 que se suicidaron.
El
8 de Septiembre llegaron al Teatro Camilo Henriquez muchos y muchas
dirigentes y socios de las organizaciones que hacen parte del CIUS,
aunque no todos los que debieron hacerlo, cuestión que no nos desalienta
por que sabemos que es un camino largo, éste que decidimos andar.
Trabajamos y trabajaremos para que los trabajadores asuman su
dignificación como una tarea que no puede seguir siendo postergada ni
asumida por otros, sino que por los mismos explotados.
Un
cuadro de una hermosa obra de teatro escrita por el presidente del
Sindicato de la ACHS y dedicada a Rodrigo Cisternas, una banda musical
que interpretó cumbia protesta y la presentación de fotografías de 23
héroes obreros caídos entre 1973 y 1990 así como las de los compañeros
Rodrigo Cisternas, Juan Pablo Jimenez y Nelson Quichillao, muertos en
democracia por los mismos que mataban en dictadura, portadas por jóvenes
estudiantes integrantes de la FET y por dirigentes del CIUS, fueron el
marco en el que se desarrolló la actividad, que culminó con la
interpretación por parte de todos los asistentes del himno obrero La
Internacional, que recupera así el lugar que le fue asignado desde que
fuera compuesto para ser el himno de los trabajadores del mundo que
luchan contra el capital.
Eran
las 21 horas del 10 de septiembre cuando se dio inicio a la vigilia en
memoria de los caídos, en el frontis del Ministerio del Trabajo. Fueron
horas de mucha emoción pues pudimos contarle sobre la vida de nuestros
hermanos, a quienes se acercaron durante la fría noche a contemplar las
fotografías y conocer los nombres de quienes estaban siendo honrados.
Acompañados de música y películas que daban cuenta de lo vivido en esos
amargos días del golpe, y gratificados por la atención que los más
jóvenes prestaban a los relatos de antiguos dirigentes sindicales, se
nos fue la noche.
Culminamos
nuestra jornada marchando con una ofrenda floral, desde el Ministerio
hasta el lugar donde se encuentra la escultura que recuerda la figura
del presidente Allende. Con sentidas palabras 3 dirigentes del CIUS
recordaron las obras del gobierno popular, fustigaron a estos gobiernos y
parlamentarios que se llaman progresistas y que aprobaron la última y
nefasta reforma laboral e hicieron un llamado a desarrollar la
organización y la unidad de los trabajadores para oponer una fuerza
compacta contra este sistema depredador.
Saludamos
a todos y cada uno de los que participaron. Les invitamos a redoblar
los esfuerzos para conseguir que las organizaciones enteras vibren y se
tensen en torno a sus demandas. Nadie sino el trabajador organizado y
conciente, puede confrontar a quien lo abusa y derrotarlo. A los que aun
no se deciden a participar, les instamos a unir de una buena vez el
discurso y la acción. Los trabajadores no pueden seguir esperando.
Esta es la gran enseñanza que nos deja este 11 de septiembre.
Y
mientras la memoria mantiene vivos el ejemplo de valor y arrojo de
muchos que dieron hasta lo que no tenían en la defensa de los derechos
del pueblo, un hecho, que parece salido de los mas oscuros cuentos de
ambición e intriga, se escapa de la mano de los operadores y expone ante
los trabajadores cuestiones que para nada son nuevas, ya que con ellas
ha convivido el movimiento sindical organizado desde su rearticulación
durante y después de la dictadura.
Las
maquinas para imponer criterios y los acuerdos que convinieran a
algunos por sobre el colectivo, fueron algo normal durante decenas de
años. Nunca importó lo que pudieran pensar los trabajadores, todo
dependía de la correlación de fuerzas partidarias. Y que decir del
abultamiento de padrones y la aparición de sindicatos fantasmas con
cientos e incluso miles de socios. Todos los que han estado y están en
el trabajo interno de la cuestionada organización, saben que cada vez
que se quiso instalar la transparencia se produjo la “unidad de los
operadores” que apagaban el fuego con acuerdos entre 4 paredes para
seguir en lo mismo.
¿O
es que alguna vez se pudo llevar de principio a fin un proceso de
revisión de cuentas, que dejara expuestas cuestiones tan aberrantes como
los cheques sin fondos con los que se pagaron cotizaciones, para
participar de aquellos encuentros sindicales que exigían cuotas al día?.
¿Alguien
va a negar, a riesgo de ser desmentido, que los gobiernos
concertacionistas se pusieron mas de una vez para sostener el
“instrumento de los trabajadores”.
Son
los aparatos sindicales de los partidos quienes definen los
candidatos, el cargo que ocuparan los electos e incluso como se
distribuyen los votos ponderados entre quienes deben quedar “si o si”
entre los electos de cada grupo.
No
hay nadie al interior de ese aparato sindical que pueda jactarse de
estar al margen de este remedo democrático. Ya sea por acción o por
omisión, todos, en algún momento, han permitido y validado lo que ahí
sucede, de manera que ninguno puede exigir al otro certificado de buena
conducta.
El
asunto es claro. Se trata del poder y lo que viene con el y hay que
conservarlo a cualquier precio y a cualquier costo. Por eso es difícil
cuando no imposible creer que las cosas pueden ser distintas.
Lo
que pasó en el último proceso eleccionario es simple. La ambición
rompió el saco y se salió de madre algo que hasta ahora tenían
controlado los operadores políticos.
Por
eso no hay que escuchar los cantos de sirenas. Los trabajadores
necesitan otra organización y hacía allá deben confluir todos los que
tengan a la clase como su principal preocupación.
Hay
que asumir que el capital hizo su trabajo y corrompió a parte
importante de la dirección sindical por lo que se necesita una cirugía
mayor. Ya no solo es necesario el voto universal y la cotización
obligatoria, se debe construir una plataforma de lucha y un programa que
ponga en el centro las demandas irrenunciables de los trabajadores y
comprometerse a luchar por ellas.
Nada
de consensos y acuerdos truchos, nada con las mesas de dialogo y los
acuerdos a puertas cerradas, nada con los sostenedores del sistema
porque ellos apostarán siempre a minimizar las demandas de los
explotados.
Una
Central de clase es lo que se requiere para el presente y futuro de la
lucha sindical. Poco importa cuanto tiempo demore en construirse, lo que
es claro es que no podrán ser parte de ella quienes vendieron su alma
al diablo. Solo así se avanza
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE