En
el Museo de la Memoria se realizó el 28 de Junio un conversatorio, con
el objetivo de analizar los problemas y los desafíos del movimiento
sindical en la actualidad.
Participamos
de esta reunión abierta 3 viejos dirigentes sindicales, compañeros de
mil batallas, con un pasado común en la Central Unitaria e intentamos,
pese a las claras diferencias en
algunos de los temas tocados, exponer los problemas que han llevado al
movimiento sindical al estado actual en que se encuentra – casi de
postración - y proponer algunas ideas que pudieran llevar a superar
este mal momento.
Desde la CGT y CIUS hemos hablado con claridad y sin ambigüedades al respecto.
Sostenemos
que la crisis que vive el movimiento sindical es grave y que no se
puede seguir diciendo que la misma es el resultado de los 17 años de
dictadura.
La
crisis viene, en nuestra opinión, casi desde los orígenes del
movimiento y se inicia en el mismo momento en que, pese a tener ante los
ojos el resultado del abuso y la explotación capitalista,
no se tuvo la capacidad de construir una única y gran organización que,
superando las diferencias ideológicas que ya se expresaban, tuviera
como objetivo primario y más importante la defensa irrestricta de los
derechos y demandas de los trabajadores.
Las
mutuales se remiten principalmente al asistencialismo y la ayuda
familiar y aunque promueven la educación y combaten con energía los
vicios que va instalando el modelo imperante, no logran
fijar el centro al que los trabajadores deben combatir.
Las
sociedades de resistencia ponen ante los ojos de los trabajadores al
enemigo de clase, pero no logran mantener las luchas en alto ni generan
una organización poderosa que asuma y extienda
sus planteamientos.
La
mancomunal viene a unir ideas y planteamientos de mutuales y sociedades
en resistencia y se permite incluso generar un instrumento político
para llevar adelante sus propuestas. No logra
sin embargo extender a todo el país su accionar.
La
FOCH nacida como una mutual de un sector determinado, se va
transformando en un aglutinador de diversas organizaciones y a fines de
la segunda década del 1900 se define claramente como
una adversaria del capital y llama sin ambigüedad a su reemplazo por un
régimen social distinto.
Todo
el proceso que termina con la dictación del primer Código del Trabajo,
provocó fisuras y diferencias que llevaron al ocaso a la FOCH, pudiendo
recién en 1936 cuajar un nuevo intento
unitario con la constitución de la CTCH, que se divide en 2 diez años
después.
La
CUT de 1953 viene de nuevo a levantar las banderas del trabajo sindical
unitario pero menos de 10 años después de su fundación, un sector
político da un cuartelazo a Clotario Blest, anula
el llamado a un paro nacional y desde ahí se impone a futuro, casi sin
contrapesos, el accionar del partido político por sobre el de la
organización sindical.
Es
doloroso tener que decirlo, pero la ceguera partidaria, la necesidad de
hacerse de espacios de poder y desde ahí imponer posiciones, fracturó y
quebró irreversiblemente al movimiento sindical,
el que fue aplastado sin contemplaciones por la dictadura desde 1973.
Así
es que no sigamos culpando solo a la dictadura de todos nuestros males.
El sectarismo, la discriminación e incluso la persecución al que se
atrevía a discrepar, fueron ampliando la brecha
de la desunión que se mantiene hasta hoy.
Hubo
algo que es aún más grave. Hasta el momento del golpe la inmensa
mayoría del movimiento sindical tenía claro que enemigo era el capital y
luchaba contra él desde los diferentes espacios.
Es
esto quizás lo que permitía que pese a las diferencias, dudas e incluso
descalificaciones, se volvieran a tender puentes y se retomara el
camino.
Dicho en palabras simples, la clase unía.
Hoy en el movimiento sindical hay muchos que no sienten ni siquiera afecto por la clase trabajadora, para ellos no existe.
Desarrollan
un sindicalismo alejado de los trabajadores, su accionar lo resuelven
equipos políticos, hablan y asumen acuerdos marco y mesas de dialogo que
de poco o nada sirven. Han hundido
y desprestigiado a un instrumento que conducido por los trabajadores
pudo perfectamente adquirir la fuerza de la FOCH y de la Central Única.
Pero rindieron las banderas y no tienen vuelta.
Porque creerles? Porque no se les puede criticar? Quien les hizo dueños de la verdad?
Decir
esto provoca interrupciones y groserías de algunos militantes
partidarios, que siguen creyendo que ellos y solo ellos tienen derecho a
exponer sobre lo que vive el sindicalismo y que
todo aquel que le rebate o no les sigue el amen, es un traidor y debe
ser denostado.
Pero
no hay problemas, estamos para estas y otras peleas, porque el objetivo
final es que los trabajadores despierten y asuman su rol. Hay que
volver a las raíces del movimiento, a la participación
activa, rechazar la sobrepolitización y abrir la organización a todo el
que quiere luchar por sus derechos.
A
todas partes iremos llamando a construir el instrumento de la clase,
porque debe ser construido. Aquellos que descalifican y pretenden
silenciarnos por la vía de la intimidación pierden
el tiempo, no nos callamos y punto. Podrá demorar, pero la clase ganará
esta pelea.
En
los momentos en que se iniciaba el 28 de junio este ejercicio de
conversación en el Museo de la Memoria, recibí una información por
WhatsApp de la Coorporación Memorial Cerro Chena, conformada
por hijas y familiares de los ferroviarios fusilados en el Cerro Chena,
quienes me informaban de la resolución del Consejo de Monumentos
Nacionales, de declarar monumento histórico a la loma, las fosas, el
pórtico y la escuelita en el Cerro Chena de San Bernardo.
Cuanto tiempo ha pasado queridos familiares de las víctimas, cuanto tiempo.
Casi 44 años desde esos aciagos días, en que los amos sacaron a sus servidores para eliminar por la fuerza las ideas.
Y
sin embargo, aquí estamos, disfrutando de esta noticia, que legítima y
valida todo lo que se ha hecho para evitar que las sombras y el olvido
se impongan.
Cuando
concurrimos la primera vez a hacer una reconstitución de escena, se
presentaron ante nuestros ojos el portal por donde pasaron todos los que
allí fueron torturados y los que perecieron.
Por primera vez se habló de “la escuelita” y se le buscó hasta hallarla.
Las
salas están intactas e incluso se conserva el galpón donde nos
alimentaron. Solo se perdió de la vista la sala de torturas, que estaba a
20 pasos de las salitas de clase devenidas en
celdas y que sin embargo sigue nítida en la memoria.
La casa del techo rojo, en la loma, la botaron. Pero ahí quedaron los cimientos que encontramos entre la hierba.
Ahí se ha homenajeado y honrado a los caídos y se seguirá haciendo.
Todo
esto ahora será un monumento histórico y me enorgullece haber aportado
un granito de arena para que la lucha de las queridas hijas de mis
compañeros no fuera en vano.
Esos
viejos ferroviarios del cerro me inculcaron por esos días, el amor a la
clase y la defensa a ultranza de sus demandas y he sido fiel al
compromiso tomado..
¿Qué efecto podrán hacer entonces estas frases destempladas de quienes tienen perdida la brújula? Ninguno por supuesto.
Iré, iremos a todos los lugares donde nos inviten a exponer nuestra visión y nuestra propuesta.
Al
contrario de muchos, no creo que la unidad se pueda construir sobre el
olvido, no creo que puedan convivir en una misma estructura los que
sueñan con “humanizar el capital y quienes lo
combaten.
Se
podrá encontrar algún punto de encuentro y desarrollar acciones
conjuntas, pero mientras no se defienda en forma irrestricta a la clase y
sus demandas, mientras no se le rinda tributo
y se le respete como lo merece, no hay unidad posible.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE