Pulso Sindical N ° 334

El acto en conmemoración del Primero de Mayo convocado por el CIUS en Santiago, fue una actividad masiva, que igualó e incluso superó en asistencia a la del año anterior.

Si a esto sumamos las actividades en Talcahuano y Pucón – unidas las 3 por el llamado clasista a construir un nuevo instrumento de organización – podríamos concluir que la clase trabajadora desplegó sus fuerzas y avanza, rindiendo honores a aquellos que iniciaron la lucha hace ya más de 131 años.

¿Por qué entonces dichos actos fueron ignorados o distorsionados por los medios de comunicación, llegando incluso a permear a algunos medios que se definen como independientes?

Porque no les conviene mostrar que el sindicalismo de clase, avanza. Es cierto que con posterioridad la radio U de Chile y su diario digital han corregido tal omisión, pero no es suficiente y hay que seguir exigiendo el término de la censura y la discriminación.

Seamos honestos en cuanto a decir que dicha “ignorancia o distorsión” de los medios, no es algo que nos quite el sueño. Tenemos claro que ellos funcionan y generan grandes utilidades gracias al avisaje de empresarios y gobierno, y no van a poner en riesgo todo eso por dar cobertura a quienes se oponen al sistema.

Si tienen que llamar noche al día, lo harán sin hacerse problemas.

Lo que no nos puede dejar indiferentes es la poca o nula preocupación o derechamente el falseamiento de datos, de algunos medios que en su momento han reconocido el rol de los trabajadores en la sociedad y que tienen muy claro lo que hoy está pasando en el movimiento sindical chileno. A ellos debemos exigirles ser honestos, claros y veraces.

¿Qué es lo que hizo posible esta cadena de desinformación que hasta el despacho de este Pulso sigue sin ser aclarada, pero que no es casual y seguirá presente?

Pese a la lentitud con que el proceso avanza, es para todos claros que el movimiento sindical no es el mismo que el de hace 5, 10 o más años atrás.

Sucesivas e importantes manifestaciones en algunos sectores de la economía nacional, han dejado claro que la paciencia de los abusados tiene un límite y que la avaricia de los dueños del capital lo está rompiendo.

Aún son luchas sectoriales, con demandas concretas que una vez satisfechas – aunque sea en parte –  apaciguan el movimiento, pero cada nuevo garrotazo de los poderosos tensa las fuerzas y las pone nuevamente en acción.

Las sucesivas reformas laborales, que han abierto más y más posibilidades de abusos a la patronal, la pasividad con que el sindicalismo oficialista ha actuado – llegando incluso a estar de acuerdo con el grueso de dichas reformas – han ido generando un descontento manifiesto, que en ocasiones permitió expresiones concretas de rechazo, así como la gestación de instrumentos de unidad que tienen como base la reivindicación del clasismo.

Los de abajo se expresan contra el abuso y eso complica el proyecto del modelo. Todavía hay insuficiencias, radicadas principalmente en el sectarismo y la poca comprensión del rol de los trabajadores, de la base, en todo este proceso, pero lo que sí es claro es que cada día se dan pasos en camino de concretar la ansiada unidad.

Si a eso agregamos el pobre espectáculo dado por la CUT – la central oficialista que después de ver declaradas nulas sus últimas elecciones por fraude electoral, intenta desesperadamente y sin éxito recuperar protagonismo – tendremos algunos elementos que explican el porqué de esta descarada omisión de los medios de comunicación el pasado 1 de mayo. Había que mostrar a la CUT como el único referente sindical existente en el país.

Y para ello desfilaron, junto a los miles de militantes de la Nueva Mayoría, ministros y parlamentarios de gobierno. El espectáculo estaba garantizado.

Los hechos y situaciones que afectan al oficialismo sindical han provocado la aparición mediática de una “disidencia interna”, disidencia que disfrutó por años de las garantías del modelo y de una organización construida a su medida. Son ellos los que permiten que el jueguito del modelo quede listo para ser exhibido por los medios de comunicación.

Hacen aparecer las actividades del CIUS y de otras organizaciones sindicales, sociales y políticas, como actividades de los disidentes de la CUT. Son estos disidentes los que – según la prensa – organizaron el primero de mayo “alternativo” para hacer un gallito con la actual dirección de esa Central.

Para nosotros está claro que los llamados disidentes no movilizaron a nadie el primero de mayo. Ellos siguen siendo parte de la CUT, solo congelaron el pago de cotizaciones.

Hay toda una operación comunicacional y política para unir lo que se ha separado. La llamada disidencia reclama elección universal de los dirigentes, pero no pone el énfasis en el pago mensual de cuotas, por ejemplo. Se trata de buscar la manera de darle una mejor cara al instrumento sindical que se guía por la orden de los partidos políticos y que no dejará de funcionar como tal, por más ajustes y maquillajes que le pongan.

Toda la pelea es para tener mejores posiciones en el escenario que viene, en ningún caso estos “dirigentes” tienen como centro los problemas no resueltos de los trabajadores.

El primero de mayo de 2017 es el momento en que más clara se marca la diferencia entre una y otra posición en el sindicalismo. Y hay que tomar nota de ello, porque lo que viene no puede ser una repetición mejorada de lo que tenemos.

Claramente hay 2 visiones de lo que debe ser una organización de los trabajadores y aunque siempre hemos de trabajar por la unidad de todos los abusados, también tenemos que tener claro que no se puede estar en los 2 lados de la mesa al mismo tiempo.

La CUT como instrumento seguirá existiendo y concitando la atención de trabajadores organizados. No solo cuenta – desde las sombras – con importante ayuda política y financiera, sino también con los espacios de difusión que le entregan los medios de comunicación al servicio del sistema.

Representa a un sector del movimiento sindical que no cree en el cambio social como una cuestión profunda y definitiva.

Es el instrumento de aquellos sectores que en el mundo entero aspiran a humanizar el capitalismo, a conseguir una que otra reformita que haga la explotación menos descarada, porque en ningún caso se plantean terminar con ella.

Es el tipo de sindicalismo promovido por los que insisten en dar el protagonismo al capital y solo le piden a éste tener mejor comportamiento con los trabajadores. No es solo la CUT pues existen otros actores menores, es una manera de ver a los trabajadores y a su organización que no aceptamos.

Entonces, con elecciones universales o no, seguirán jugando el mismo rol que hasta ahora han jugado, carro de colas de los gobiernos socialdemócratas y del capital.

Por cierto que hay dentro de esta y otras organizaciones similares, instrumentos de base que creen en los trabajadores y sus luchas, que rechazan la prepotencia y la corrupción, ajenos a las malas prácticas. Ellos deben dejar de creer que los cambios se harán desde dentro, tienen que alejarse de ese alero y buscar generar junto a otros un instrumento de clase, que represente de verdad a los trabajadores.

Aquellos que salimos a la calle el primero de mayo, convencidos de que la clase se despercudirá de su apatía y pasará a la ofensiva, debemos tener claro que con los que estamos haciendo no basta.

Tenemos la obligación de presentar claramente la propuesta y demostrar porque somos la respuesta que la clase busca.

Es valida, importante pero a todas luces insuficiente, la propaganda y el discurso encendido.

Hoy es más que nunca necesario educar y concientizar a la clase trabajadora, organizarla en instrumentos acerados, independientes, autónomos y autofinanciados, incorruptibles, profundamente anticapitalistas, para que la lucha sea fecunda.

Aspiramos a la construcción de una organización poderosa, en la que los trabajadores sean los actores fundamentales e irremplazables. Ellos y nadie en su reemplazo o por mandato, han de determinar sus autoridades, las formas de gestión y de lucha para conseguir respuestas a sus demandas.

Vamos a trabajar por fortalecer nuestras organizaciones de base, jugarnos en la construcción de espacios donde nos escuchemos y podamos encontrar puntos en común que refuercen nuestras luchas.

Debemos tomar plena conciencia de nuestros errores y a tratar de no volver a cometerlos, porque cada porrazo retrasará el momento del cambio.

Una Central Clasista de Trabajadores es posible y más necesaria que nunca, pero no debemos apurarnos en su concreción. El mayor de los esfuerzos debe ser puesto en la  declaración de principios y su plataforma de lucha.

Lo que construyamos será para llevar a los trabajadores a la victoria.

MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE