Una
de las noticias que marcaron el inicio del nuevo año, fue el incendio
en Valparaíso que dejo más de 100 viviendas quemadas y sobre 400
damnificados.
La
noticia no es el incendio en sí, ya que cada cierto tiempo en esa zona
se producen incendios de grandes proporciones. Sea error humano o un
imponderable de la naturaleza, solo bastan unos segundos para que
cualquier espacio se transforme en algo dantesco y los perjudicados, los
más castigados, siempre sean los más pobres, quienes menos tienen.
Lo
nuevo radica en la forma que las autoridades municipales hicieron un
párele al horrible turismo de desgracia y al sado – masoquismo
periodístico.
Y
es que ya era hora que alguien les dijera unas cuantas verdades a todos
aquellos que parecen disfrutar con la desgracia y van de un lado a otro
tomándose fotos y exhibiéndose en medio de la desgracia.
¿Y qué decir del nefasto rol que cumplen, ante
hechos como estos, los medios de comunicación?, buscando el mejor ángulo
para reflejar el dolor, la mejor toma en sitios devastados donde seres
humanos, con la vista perdida, buscan respuestas ante tanto castigo de
los dioses. Una y otra vez, majaderamente y hasta el hartazgo, noteros,
periodistas y un cuanto hay buscan traspasar el dolor, repetir la cuña
en donde alguien cuenta como perdió todo, hacen de todo con tal de tener
la exclusiva, olvidándose una y otra vez que ahí, donde hacen su
trabajo, hay miles de dramas humanos que nadie intentará solucionar.
El alcalde Sharp y su equipo de trabajo, ha
puesto una valla que debe ser ratificada y reforzada. Nada de venir a
interrumpir el poco descanso que tienen quienes lo han perdido todo,
para intentar ganar la despiadada competencia informativa.
Y otra cosa, aquellos que quieren ayudar a los
damnificados háganlo de verdad y terminen con la campaña burda de enviar
como ayuda todo aquellos que les sobra o que no usan. Los que están
ahí, complicados y sin nada, son seres humanos dignos que no requieren
limosna sino cosas útiles que sirvan a ellos y a sus familiares. No
demandan tal o cual marca de moda, exigen cosas nuevas, desde la ropa
interior a los zapatos y prendas de vestir que perdieron.
La
campaña iniciada por algunos señores de las iglesias evangélicas y
católica, y apoyada resueltamente por muchos que hasta hace poquito
reclamaban justicia, incluido el ministro que es ni más y menos que
hermano de un violador de los derechos humanos, tuvo un final en su
primera parte con el show del arrepentimiento, protagonizado por
algunos de los más sanguinarios y cobardes servidores de la dictadura,
que alojan en bastante buenas condiciones en la cárcel de Punta Peuco.
Una
ceremonia rasca difundida con todo por los medios de comunicación,
teñida de una solemnidad religiosa que debe ser la vergüenza de quienes
creen en dios, culminó con la demanda de perdón de criminales y
traidores, que hasta ahora siguen pagando un bajo precio por todo lo que
hicieron. Han reclamado el perdón sin hacer el más mínimo ejercicio de
reconocimiento respecto de los horrendos crímenes por los que fueron
juzgados y condenados, mientras los familiares de las victimas siguen en
su doloroso camino de buscar alguna señal que les pueda indicar dónde
están los suyos, esos seres humanos idealistas, a quienes estos cerdos
cubiertos con ropajes prestados por curas y pastores detuvieron,
torturaron, mataron e hicieron desaparecer.
Nuestra
tarea, la obligación de todas y todos los que vivimos en carne propia o
conocimos de los hechos deleznables que se vivieron en el país, es
mantener en alto las banderas de verdad, justicia y castigo, todo el
castigo que los criminales merecen. No nos vengan a golpear la
puerta invitándonos a actos de reconciliación, ni a pedir blandura de
corazón para con quienes actuaron como bestias sanguinarias.
Ni
perdón ni olvido ha sido desde siempre la exigencia y deberá seguir
instalándose en las nuevas generaciones. Para que nunca más en Chile.
La
huelga de DICOTEX duró 60 días. 2 meses en que las trabajadoras y
trabajadores que cumplen funciones para la empresa MONARCH, combatieron
contra las leyes laborales, leyes que permitieron que la empresa
continuara funcionando durante todo este tiempo, leyes que posibilitaron
que ex dirigentas y algunas trabajadoras débiles de conciencia
vendieran su alma al diablo y se reincorporaran escuchando las promesas
de su patrón, el mismo que la obligo a ir a la huelga, el mismo que las
humilló cada vez que pudo y que sin embargo, las recibió de brazos
abiertos creyendo que con ello quebraba a los demás. Vuelven estas
mujeres y hombres con la frente el alto, vuelven sin las respuestas a
todas sus exigencias, pero ciertos de que les asiste la razón y que
seguirán peleando donde quiera que estén, porque la razzia, la venganza
no se hará esperar cuando terminen los días de fuero (como ya sucede en
Homecenter Sodimac).
Qué
pena que estos trabajadores y sus dirigentas hayan debido escuchar de
una “autoridad del trabajo” en esos inútiles procesos de mediación, que
las nueva ley laboral será mejor y que no se vivirán hechos como los que
les afectaron. Qué triste resulta constatar cómo personas que solo ayer
reclamaban justicia y dignidad para los trabajadores, hoy se hayan
pasado al lado oscuro y defiendan lo indefendible.
Las
huelguistas de MONARCH no recibieron la visita de ningún parlamentario
ni dirigente social, de esos que copan los medios de comunicación, solo
contaron con la solidaridad afectiva y efectiva de sus hermanos de clase
y eso es lo que adquiere más valor al término de su movilización. El
respaldo de la clase fue sin reservas y les animó a seguir peleando.
Los
huelguistas de DICOTEX pudieron resistir a su explotador y al sistema
gracias al fondo de resistencia que generaron desde el término de la
anterior negociación, y esa es la más importante de las lecciones. Solo
con recursos propios los trabajadores pueden avanzar en procura de sus
demandas.
Cuando
llegue el momento en que todos los explotados de una empresa se
reconozcan detrás de las banderas de su sindicato, nada impedirá que la
lucha se dé con todo y se gane.
Fue
un viaje largo y agotador, pero valió la pena pues nos permitió
reforzar nuestras convicciones. Una delegación del CIUS visitó a los
compañeros de la mina Santa Ana en Curanilahue y conoció de sus bocas el
sentido de su lucha y la justeza de sus peticiones. Los más de 170
trabajadores que con sus grupos familiares superan las 800 personas,
están solos contra el mundo y salvo el apoyo irrestricto de algunas
organizaciones sociales y sindicales en la región y del senador
Alejandro Navarro, sufren la discriminación informativa que por la vía
del silencio intenta hacer desaparecer esta lucha por la vida y por el
pan.
Estuvimos
un largo rato con los más de 60 que están enterrados bajo tierra hace
ya casi un mes. Escuchamos sus penas y dolores y pudimos revertir por
algún momento el dolor dándoles cuenta del apoyo de las organizaciones
del CIUS. Vimos los pequeños espacios en han habilitado sus camastros y
somos portadores de su demanda de no olvido.
Se
requiere urgente más y más solidaridad activa. Porque lo que viven
ellos, lo han vivido y lo seguirán viviendo miles de trabajadores,
mientras reine el capital.
Es
la prepotencia y desidia patronal, es la mentira de autoridades de
gobierno que aceptan suscribir protocolos de acuerdo que luego nadie
cumple, con el solo objetivo de desactivar la lucha.
Rostros
demacrados, ojos hundidos, barbas descuidadas, cabelleras desgreñadas,
iluminado todo con las luces de los cascos mineros. Y sin embargo ante
nosotros solo hombres dignos y firmes en sus convicciones.
Llamar
a no dejarlos solos, a seguir haciendo los aportes en la cuenta
corriente habilitada, a llamarles para entregar el respaldo, moral
primero y comprometer visitas a la zona.
No están solos pero requieren mucho más. Su victoria será la nuestra.
Dijo
la diputada Camila Vallejo: ”Hay un problema en el ámbito laboral
brutal que se expresa en la desigualdad y que tiene su origen con que
los trabajadores no gozan con el fruto de su trabajo, el que termina
acentuando la concentración de la riqueza. Hay que acortar la jornada
laboral para hacer otras cosas, como disfrutar de la familia. Debe haber
un cambio en la matriz productiva, con mayor industrialización
sustentable y mayor inversión en ciencia y tecnología” La Tercera On
line – 14 de Enero 2017
Cuanta
razón y sin embargo es una más de los que, por acción o por omisión,
aprobaron la ley 20918 y validaron las nuevas leyes laborales que
comenzaran a regir el 1 de abril de 2017.
La
tarea es clara. Seguir promoviendo la organización para revertir la
desesperanza. La CGT y el CIUS no cejaran en sus empeños. Unete a
nosotros.
Un buen 2017 para todos.
Manuel Ahumada Lillo
Presidente C.G.T. CHILE