Aquí
va la invitación para la primera actividad del CIUS. Nos juntaremos el
10 de Marzo a las 19.00 en Amunategui 31, Teatro Camilo Henríquez,
entregaremos nuestra opinión sobre las reformas y definiremos nuestros
próximos pasos.
Lentos pero seguros, el proceso de unidad se desarrolla y crece.
Preguntó
un trabajador, ¿compañero que es ser socialista? Hasta donde se
entiende, le respondimos, adscriben a esta concepción quienes aspiran al
término de las desigualdades, luchando incansablemente por construir
una sociedad distinta, sociedad en la que la educación, la salud, la
vivienda y otros derechos de los seres humanos, claramente indicados
en la Declaración Universal, sean respetados sin limitación alguna.
También
se supone que desde esa visión de sociedad, se aspira a terminar con la
explotación y el abuso generado por el capital, limitar en una primera
etapa y luego eliminar las granjerías de las que disfrutan los dueños de
grandes fortunas, y por último avanzar hacía una sociedad menos
discriminadora, mas inclusiva, la que debiera terminar con males propios
del capital como delincuencia, drogadicción, corrupción, entre otros.
Todo eso y más es ser socialistas.
Y
entonces, vuelve a preguntar, ¿hay en nuestro país socialistas de
verdad?. Para contestar esta pregunta necesariamente deberemos hacer una
separación.
Están
por un lado todos aquellos que de verdad, de corazón, trabajan
incansablemente por que se haga realidad lo que aquí hemos ya definido,
que podríamos llamar “la base social” y que no claudican ni claudicaran
en su lucha, que es de convicciones profundas.
Por
el otro lado tenemos a la elite (que mas que socialistas son
socioslistos), que se codea sin asco ni escrúpulos con los dueños del
capital o que le sirven ciegamente, individuos que hace ya mucho tiempo
renunciaron sin vergüenza a la aspiración socialista, pero que siguen
usufructuando del rótulo. En este grupo necesariamente debemos
incorporar a los oportunistas de todo tipo, incluso aquellos que
provienen o están aún en la base social y que hacen el trabajo sucio,
trabajo que posibilita que los descarados sigan haciendo de las suyas.
Es
vergonzoso leer y escuchar a quienes se definen como socialistas (que
no son solo los que reconocen militancia en partidos que llevan ese
nombre, si no todos los frescos que se llenan la boca hablando del
socialismo).
Se
desviven buscando soluciones a los problemas del capital y sus
servidores, ignorando e incluso despreciando al “estado llano”.
Participan en la generación de leyes de mierda, promueven o se hacen los
tontos ante los arreglines más escandalosos, abandonan la lucha por el
respeto irrestricto a los derechos humanos, les importa un comino que
los ciudadanos ni siquiera cuenten con mínimas condiciones en trasporte
público, acceso igualitario a electricidad y agua potable, sueldos
mínimos decentes, pensiones dignas.
Amnesia?,
oportunismo?, traición?, puede llamarse como se quiera, pero lo que es
claro es que nunca aspiraron al socialismo y que no son socialistas.
Seguir
aspirando al socialismo según aquí hemos definido, parece ser una
locura por estos días. El modelo se ha encargado de satanizar las ideas
de cambio social y muchos reniegan de lo que antes defendieron.
Los
trabajadores no siempre tienen claro para donde va la moto. Son
abusados pero no logran todavía determinar claramente al abusador ni la
forma de confrontarlo.
Por
lo mismo debemos explicar con paciencia, pedagógicamente, que es esto
del capitalismo, como se confronta al que abusa, por que hablamos de
nueva sociedad.
Tendremos
tiempo de definir cual será el nombre de esa nueva sociedad, sin abusos
ni explotación, ese mundo distinto. Lo que debemos tener claro por
ahora es que será a los trabajadores, al pueblo, a quien corresponderá
la construcción de ella.
Como sea que la llamemos, los que han mentido hasta ahora no estarán en ese espacio.
Sin duda puede hablarse de un “deja vu”.
Y es que se repite lo mismo que ya vivimos en 1990 y 2001.
Una
propuesta de gobierno, previamente tratada en extenso entre éste, los
empresarios y algunos representantes de organizaciones sindicales, se
presenta públicamente como “importante reforma laboral”, concita un
desfile de opiniones a favor y en contra para culminar transformada en
una ley anodina, que para nada termina con el abuso y sigue sin
reconocer los mas mínimos derechos de los trabajadores.
¿Como es posible que dichas propuestas lleguen a ser ley si son tan malas?.
Primero,
por la falta de organización de los trabajadores. Para nadie es un
misterio que en la medida en que se mantenga el bajo nivel de
organización sindical, seguirán aprobándose leyes que poco y nada nos
ayudan.
Segundo,
por el bajo nivel de educación y el desconocimiento de la historia
pasada y reciente. Si parece creer la mayoría que nuestra prehistoria
fue la dictadura y que desde ahí se ha comenzado a reparar el daño y las
carencias.
Tercero,
la falta de propuestas claras. Desde el sindicalismo “no oficialista”
no hay alternativas ni propuestas claras que vayan a la raíz de las
carencias y eso provoca desorientación en los explotados.
Cuarto,
la falta de unidad de los descontentos y su débil accionar, provoca que
se discutan y aprueben leyes que no tocan al corazón del modelo.
Este
proyecto laboral es más de lo mismo y sin embargo se cae en la
tentación de creer que si se participa en las instancias que el sistema
ha creado, se podrá conseguir cambios de fondo que modifiquen la
propuesta inicial. No seamos ilusos. Los que tienen el poder y quienes
les rinden pleitesía ya resolvieron, nada que se haga o diga modificará
lo que ya tienen resuelto.
Se equivocó no mas la señora Figueroa, presidenta de la CUT cuando dijo a fines del 2014 que “la presentación del proyecto de reforma laboral del Gobierno implica un gran paso para la organización sindical. Hemos comenzado a desmantelar el plan laboral de José Piñera, que lleva 35 años y cuatro meses.”
La
reforma es mala y deficiente y hay que hacer todo lo que esté a mano
para explicarlo a los trabajadores. No sirve para desarrollar la
sindicalización ni la negociación colectiva y abre grandes espacios a la
flexibilidad laboral. No termina con la ley de la dictadura, la
eterniza. Hay que decirlo con claridad, exponer los riesgos utilizando
todos los espacios de que se dispone. Debemos incluso presentar
propuestas que hagan menos mala la reforma, aunque es claro que no serán
recogidas.
¿Por
que hacerlo, si no creemos en la reforma?, Porque nuestro adversario de
clase pretende mostrarnos como negados a todo, faltos de capacidad de
análisis, carentes de fuerza social, incapaces de pensar e incidir sobre
esta realidad impuesta por ellos.
Lo
que no se puede perder de vista, es que con o sin modificaciones esta
reforma no va a satisfacer las aspiraciones mínimas de los explotados. Y
eso hay que decirlo.
Y
es desde estas constataciones que debemos construir la propuesta,
elaborar un Pliego de los Trabajadores, que represente verdaderamente el
sentir de millones.
Una
propuesta que de cuentas de las grandes aspiraciones de la clase
trabajadora y que a la vez considere elementos mínimos, sobre los que
luchar para iniciar la reconstrucción del movimiento.
Esas
demandas, que llamaremos básicas, deben ser entregadas a las grandes
masas desorganizadas para que las hagan suyas. Negociación por rama?, ya
pues, construyamos la base sobre la que orientar la lucha. Sobre esa
base se deben construir organizaciones, sobre esa base se debe preparar
la huelga, sobre esa base se debe avanzar hacía la construcción de un
instrumento que reúna a todos los descontentos y desde allí comenzar a
dibujar la idea de nueva sociedad, a la que no hemos renunciado.
Si queremos, podemos.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE