Pocas
e intrascendentes han sido hasta las declaraciones respecto de las
muertes de Alejandro Castro y Luis Araya, 2 de muchos trabajadores que
pierden la vida en sospechosas y dolorosas circunstancias. Salvo
honrosas excepciones, el mutismo incluye al movimiento sindical chileno
que se ha mantenido prácticamente al margen de ambos hechos.
Los
medios de comunicación han cerrado filas ante la versión oficial que
dice que Alejandro – dirigente pesquero – se suicidó en Valparaíso, sin
que hasta ahora se conozca el avance de las investigaciones para
explicar cómo es que tomó esa abrupta decisión, cuando estaba enfrascado
denunciando el asesinato silencioso de quienes viven en Quintero y
Puchuncavi, producto de la contaminación a la que han sido sometidas por
décadas ambas localidades.
Luis
era un chofer del TranSantiago que – como muchos de sus colegas – tuvo
la imperiosa necesidad de orinar lo que hizo situándose entre 2 buses,
siendo aplastado por uno de estos lo que le provocó la muerte.