Ha sido un verano agitado, no cabe duda.
Segunda vuelta electoral y la elección de Piñera, el intento
frustrado de Carabineros por culpar a mapuches con pruebas truchas y
que trae renuncia de varios oficiales, incluido el director general,
choreos varios, supuestos proyectos de ley o decretos de última hora y
finalmente la instalación del nuevo parlamento y gobierno.
Decir,
en pocas palabras, que el fracaso de Guiller era esperable. Desde los
inicios de su campaña “las vacas sagradas“ de la Concertación –
encabezadas por Lagos y todos los que negociaron la salida del dictador –
dejaron en claro que no lo apoyarían. Los posteriores saludos a la
bandera y las fotos que daban cuenta de un falso compromiso con su
opción, no lograron ocultar la satisfacción que estos especímenes
derechistas y socialdemócratas sentían por la victoria de Piñera.