No
cabe duda que no la estamos pasando bien. No solo por los daños
materiales que dejaron los incendios forestales a miles de compatriotas
que perdieron sembrados, animales e incluso viviendas, sino también por
los efectos de aluviones y subidas de cauce en ríos, que hasta ahora han
costado varias vidas.
En
el primero de los casos queda aún por develar cuales son los seguros
que cobraran los terratenientes dueños de las empresas forestales y
otras grandes extensiones arrasadas por el fuego – y cuyo efecto
secundario fue el daño a pequeños productores y habitantes en las zonas
afectadas – así como conocer que exigencias se harán a futuro para
evitar al máximo estos hechos tan dolorosos. Tiene que haber mayor
cuidado y preocupación del capitalista con el entorno y sanciones más
drásticas del Estado hacía quienes son responsables de tales hechos.
En
lo que respecta a los aluviones ya va siendo hora que se pongan todas
las cartas sobre la mesa. Hay suficientes profesionales preparados como
para determinar que hacer en caso de subida en los flujos de agua
producto de los deshielos o lluvias copiosas (dejemos claro que esto
también aplica para aquellos lugares iguales o similares a Valparaíso
que regularmente sufren incendios por diversas razones). Se puede
indicar con certeza donde es adecuado construir viviendas y donde no,
demarcar los lugares en los que se puede o no acampar, indicando
claramente los riesgos a los que se exponen quienes transgredan las
advertencias, e incluso informar preventivamente de las dificultades y
complicaciones que se deben esperar algunos meses del año en los
sectores afectados.
Hechos
como los que aquí comentamos seguirán produciéndose y lo que falta es
que las medidas para aminorarlos hasta el extremo, sean claras y
efectivas.
No
podemos vivir de campaña en campaña solidaria, recorrer las regiones
como voluntarios permanentemente, ni entregar palabras de consuelo que
se las lleva el viento.
Debemos
reclamar medidas más concretas y efectivas, que vayan desde el apoyo en
medios materiales y financieros para Bomberos y CONAF, un fondo
económico permanente para catástrofes, hasta la obligación del
responsable primario de indemnizar a quienes sean afectados por los
efectos de los daños en sus extensos espacios.
La
política de vivienda debe apuntar a explicitar donde se pueda construir
con un mínimo de riesgos, llegando incluso a la expropiación de dichos
terrenos si están en manos privadas, así como establecer costos
accesibles a los miles que reclaman una vivienda digna.
Seamos
claro. Parte importante de lo sucedido y de lo que seguirá sucediendo
en el país, de no mediar cambios profundos en la gestión y acción del
Estado, es producto de la voracidad del capital.
Es
obvio que los cambios no vendrán por simples deseos ni columnas de
opinión bien intencionadas: Serán producto, fundamentalmente, de la
participación ciudadana.
Pero
no hablamos de una participación blandengue, de a ratitos, sino de una
participación continua, clara, efectiva. Una participación que implica
hacerse parte activa de la demanda, llevarla al barrio, al colegio, al
lugar de trabajo. Motivar a los demás a trabajar por ella y ser
majaderos en esto de que “sin organización no hay cambios”.
O
nos ponemos de pie de una vez por todas para enfrentar a los que están
barriendo impunemente con nuestros derechos humanos, o veremos en muy
poco tiempo más desaparecer hasta los beneficios mínimos a que tenemos
acceso.
Se
vienen 2 grandes momentos movilizadores, que deben ser utilizados para
encender la llamita y trabajar duro para que se mantenga y extienda por
todo el país.
El
8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer y algunas de
las exigencias, unidas por cierto a todas las demandas de género, deben
ser “sala cuna sin mínimo de trabajadoras por empresa”, “pago de
colación y movilización por día trabajado”.
El
26 de Marzo hay que copar las calles con el NO+ AFP, pero debemos
indicar a los trabajadores, pobladores, estudiantes y ciudadanos, que
esta demanda se debe sostener sobre los hombros de poderosas, autónomas e
independientes organizaciones, que entiendan que el enemigo principal
es el capital y que ser anticapitalista es una demanda irrenunciable de
la hora presente.
6
días después de que se realice la marcha de NO +AFP entran en vigencia
las nuevas leyes laborales, que incluyen la posibilidad de que patrones
y trabajadores acuerden jornadas de hasta 12 horas diarias, además de
una serie de cambios a las normas sobre negociación colectiva que
claramente benefician a la patronal.
Y
sin embargo hasta ahora – y con la única excepción del CIUS y algunas
otras organizaciones sindicales – quienes sacan la voz para
pronunciarse sobre esto, son funcionarios de gobierno y
parlamentarios, que insisten en decir que dichas reformas solo traerán
beneficios a la clase trabajadora.
Es
en este cuadro de perdida creciente de derechos, que se viene
desarrollando una discusión sobre el futuro de la Central Unitaria de
Trabajadores. Lamentablemente, la discusión no tiene su centro en la
manera en que la CUT va a enfrentar la nueva ley laboral y los abusos de
la patronal y el gobierno, sino en los mecanismos para realizar la
próxima elección del directorio, habida cuenta del escandaloso fraude
que empaño el proceso electoral de 2016. En este tira y afloja se
enfrentan quienes quieren elección universal ahora y los que buscan
dilatar el proceso para el año 2020, llegándose en las últimas semanas a
la notificación del congelamiento en el pago de cuotas de algunas
organizaciones sindicales que son parte de dicha Central, e incluso
algunos se han atrevido a hablar de la constitución de una nueva
Central.
Claramente
la confrontación contra el gobierno y los patrones requiere de un
instrumento de la clase, que tenga definida la forma en que se financia y
como se elige a su directorio. No obstante, lo anterior es
absolutamente secundario a la definición de clase del instrumento, las
demandas irrenunciables y la forma en que estas serán conseguidas.
Los
trabajadores requieren de una organización que recoja fielmente sus
aspiraciones y luche por ellas. Obviamente dicha institución no es ni
será la CUT, ya que ésta se entregó hace mucho tiempo a la política de
los diálogos, acuerdos y consensos renunciando a la defensa irrestricta
de los derechos de los trabajadores, privilegiando un maridaje oscuro y
escondido con partidos políticos y gobiernos.
Es
la hora de avanzar hacia la construcción de una central clasista de
trabajadores, invitar a organizarse a los millones que no reconocen
filas en el sindicalismo de clase y combatir con todas las fuerzas al
capital y sus servidores.
Decenas
y decenas de casos se acumulan diariamente en las páginas de los medios
de comunicación y en las redes sociales, pero eso parece no despertar
del sopor a una población que cada día se ve menos tocada por hechos
que, en otro momento, hubiesen implicado la convocatoria a una gran
jornada de protesta.
Las
colusiones del papel, el financiamiento de la política por parte del
capital, innumerables casos de corrupción, el aumento en el cobro del
peaje por autopistas y como guinda de la torta, el corte de agua en la
Región Metropolitana y algunas comunas de la V Región.
Tenemos
por delante una gran tarea. Remecer a nuestro pueblo, sacarlo del
letargo, trabajar junto a él para demostrarle que los cambios si son
posibles cuando hay disposición a luchar por lo que nos merecemos.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE