¡¡Atención!! grita el de las ordenes. Los que sean nombrados levantan su mano y serán sacados hacía un costado.
Gonzalez,
Castro, Monsalves, Vivanco, Morales, todos los ferroviarios que suman
11, Viera – el flaco que habían llegado hace un par de días – Solar
Miranda el que quiere ver a su hijo pequeño, y otro , luego otro y otro
más. Han de haber sido entre 30 y 40 los que arrastran sus pies mientras
los sacan de la fila.
Son
los que van a soltar pienso, y me pongo a llorar, imperceptiblemente
para que no vayan a golpearme. Ellos se van y a nosotros nos matan. Otro
sollozo ahogado percibo a mí derecha, un cuerpo que cae al suelo aquí
cerca de donde estoy. Ahora sí que nos matan.