Hablamos en el Pulso anterior sobre la modernidad laboral y expusimos con bastante claridad nuestra opinión al respecto.
Insistimos.
 No es modernidad la flexibilidad, la polifuncionalidad, ni el abandono 
de derechos históricos, menos aún lo es la entrega de demandas mínimas 
que
 dignifiquen en algo a la clase trabajadora. Es simplemente explotación y
 hay que llamarla por su nombre.
Lo
 que ha sucedido desde el término de la dictadura hasta acá en casi 
todos los planos, es el abandono de las demandas para que se 
restituyeran las leyes que
 fueron derogadas por los milicos.
No
 podemos negar que, al menos en el movimiento sindical, resultó exitosa 
la penetración de las propuestas del capital y hoy podemos ver a muchos 
que de alguna
 manera lucharon contra la dictadura, entregados al modelo y sus 
designios.



