PULSO SINDICAL Nº 234 DEL 24 DE ABRIL AL 01 DE MAYO DE 2014
EL DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES
Mientras estén las ganas de luchar hay esperanza. Viva la clase trabajadora
Desde que los seres humanos comenzaron su evolución han estado vinculados al “trabajo” que es definido comúnmente como “la acción y el efecto de trabajar”.
Asimismo para “trabajar”, una de las tantas acepciones existentes establece que es “la ocupación en cualquier actividad física o intelectual”.
Quien cumple con este deber, esta obligación, es definido como trabajador.
Haciéndonos cargo de estas definiciones y sin entrar en el análisis detallado de cada una de las distintas etapas históricas vividas y el rol jugado en ellas por los trabajadores y sus contrapartes, podríamos concluir que en todo tiempo ha habido alguien que demanda trabajo y alguien que lo entrega.
En la medida en que se desarrolla la revolución industrial y se instala definitivamente la contradicción capital – trabajo, se van concentrando los trabajadores en espacios limitados (fabricas, industrias, empresas de todo tipo), se exacerba la explotación y se inicia el proceso de organización de los asalariados.
No obstante, cuando se conversa con los trabajadores sobre estos y otros temas atingentes a su realidad y se les pregunta cuanto de todo esto es conocido por ellos, la respuesta es contundente y lapidaria. Nada o casi nada.
¿Cual será la razón?
Cada vez que revisamos textos buscando antecedentes históricos relativos al proceso de toma de conciencia y organización de la clase trabajadora, invariablemente nos encontramos con que la redacción de los mismos, está marcada por la orientación ideológica de quien lo ha escrito.
La mayoría expresan una sensación de triunfo enorme, carente casi por completo de autocrítica y lo que es mas grave, con muy pocos antecedentes históricos.
La falta de objetividad ha llevado a omitir datos importantes y a transformar otros en verdades absolutas, impidiendo de esta manera que la preparación de los futuros dirigentes de la clase, sea todo lo amplia que se requiere.
El resultado de ese distorsionado proceso de educación y formación va, desde el acomodo a los vaivenes del modelo después de haber concluido que es imposible su cambio, hasta la entrega a entes externos a la organización sindical de la toma de decisiones que le corresponde tomar, bajo la convicción de que la clase necesita ser guiada desde afuera y son cuadros preparados los que deben pensar por ella.
Así, tenemos dirigentes y bases absolutamente convencidos de que se debe conversar todo con los patrones y el gobierno, pues de estos dependen las mejoras que se puedan obtener. Esto implica renunciar a presentar propuestas y a cualquier iniciativa de movilización que refleje el descontento ya que, según su lógica, solo traerían perdida del empleo y sanciones.
Como los patrones saben que tarde o temprano está convicción entreguista retrocede empujada por la fuerza de los hechos, y culminará con expresiones de descontento (por mas que se disfrace, la explotación terminará reflejándose en el diario vivir), aceitan convenientemente la maquina compradora de conciencias e incluso llegan a conceder importantes compensaciones monetarias con el fin de perpetuar el consumo, el endeudamiento y la sumisión.
En este siglo XXI no se viven las condiciones desmejoradas y paupérrimas que marcaron a la clase en sus orígenes, pero en caso alguno se ha alcanzado la nueva sociedad a la que aspiraban nuestros antecesores.
Lo dramático de este tiempo es que, pese al abuso evidente que cada cierto tiempo queda a la vista, son decenas, cientos de millones los explotados que ni siquiera tienen claro que quiere decir “nueva sociedad a la que aspiramos”.
Están absolutamente poseídos por el consumo desenfrenado y el individualismo.
El sistema, el modelo, el capital en definitiva, está siempre un paso adelante y, querámoslo o no, nos ha ido doblando la mano.
Pudimos en algún momento de la historia provocar el cambio de la sociedad, pero la debilidad en la preparación de los cuadros y las bases o la mala aplicación en la construcción de la sociedad de trabajadores, del esperado mundo nuevo, provocó que el capitalismo volviera a retomar el control y sacara a la vez las lecciones suficientes para hacernos cada vez mas difícil re - encantar a los trabajadores.
Hay otro elemento que poco o nada se considera y está relacionado con la educación política de los dirigentes y socios de los sindicatos. Y es que se entiende muy livianamente que estar formado políticamente implica la militancia en un partido determinado. Nosotros creemos que esto es un error.
Asumiendo que los trabajadores son libres de militar en el partido político que les interprete, también son libres de no hacerlo.
La política según la entendemos es la capacidad de entender la sociedad en la que participamos y hacernos cargo de los cambios que necesita para ser aquella que los trabajadores anhelan.
La explotación del hombre por el hombre no entiende de partidos o movimientos políticos, es explotación no más y lo importante viene siendo trabajar duro para que el trabajador entienda esto, se rebele y lo combata.
Luchar contra la explotación se puede hacer desde cualquier espacio.
Esa es la definición de militante que debemos instalar en los trabajadores
No es magia la que tenemos que usar para lograrlo.
Se trata de adquirir la capacidad de mostrar en donde está lo malo del modelo, graficar de forma simple la explotación que se vive, convencer de que si las riquezas las produce el trabajo humano, debe cambiar la distribución de las ganancias que el mismo deja.
Los trabajadores son el centro de todo, corresponde a ellos ¡¡ y no a los patrones!! disfrutar del fruto de su trabajo.
Sin embargo, en vez de educar para organizar y luchar hay muchos que privilegian la relación con el Estado y las fuerzas que lo sostienen, se trabaja ¡bajo el marco de las leyes instaladas por el Estado! y en definitiva se construye un instrumento poco independiente y autónomo que se desarrolla, en gran parte, recibiendo recursos del propio sistema.
Si a esto, ya de por si nocivo y desorganizador, le unimos la sumisión, la integración al circulo laboral y familiar de elementos que se encuentran a total disposición y bajo precio, como la desinformación permanente de los medios de comunicación, el tabaco y el alcohol en todas las variantes, la droga o bien la agresividad inexplicable entre iguales, es casi obvio el resultado.
La base se va pudriendo, no le interesa el accionar del colectivo, no logra ver hacía adelante y termina haciendo lo que el modelo quiere. Se auto anula.
Como se pudo llegar a esto?.
Es una obligación ser majaderos e indicar como primer elemento la carencia de educación. No solo respecto de los derechos y deberes en la sociedad de la que se forma parte, sino y por sobre todo el desconocimiento de la historia del movimiento de los trabajadores.
Justamente es ese “ignorar la historia”· lo que impide que los asalariados dispongan de elementos para elaborar una propuesta de futuro, propuesta de construcción del instrumento que los pueda llevar a la concreción de sus aspiraciones.
Los trabajadores han escrito, desde que tomaron conciencia de su rol, una cantidad de páginas importantes en la historia, dejando una huella imborrable de sacrificio y convicción a toda prueba.
Las primeras luchas obreras en Francia e Inglaterra, extendidas con posterioridad a Alemania e incluso Norteamérica, las ideas y organizaciones que estas luchas dejaron instaladas, resurgieron en estos y otros países para seguir adelante buscando respuestas, reclamando mejoras.
No hay país que no tenga en su memoria histórica alguna lucha de trabajadores por sus derechos.
En Chile, sin ir mas lejos ni desconocer el global, tenemos el ejemplo de Santa María de Iquique, gesta de los trabajadores del salitre que en los inicios del siglo XX puso en jaque al capital obligándolo a extremar el uso de sus instrumentos legales, para someter a los que demandaban mejores condiciones de vida y de trabajo.
Los trabajadores en los distintos países dieron curso a diversos instrumentos para difundir sus demandas y aspiraciones. Miles de textos escritos en diferentes idiomas circulaban con un objetivo único. Llamar a la organización, a la lucha contra el capital, confrontar al explotador y sacarle por la fuerza lo que de justicia corresponde,
La pelea en sus inicios fue dura y sin concesiones, por lo mismo cientos de activistas promotores de la causa obrera pasaban de uno a otro país, siempre difundiendo, siempre educando, siempre agitando.
Hay una página importante de la historia que marca, por así decirlo, el inicio del camino en la lucha de las reivindicaciones obreras y que nunca debemos olvidar.
Se venía desde mucho tiempo antes demandando mejoras en las condiciones de trabajo, particularmente lo relacionado con la jornada diaria, así como el derecho a descanso y recreación.
Mujeres, niños y hombres eran explotados salvajemente, el capital pujaba por controlarlo todo y avasallaba a quien se cruzara en su camino.
Los miles de explotados se organizan y comienzan su avance sacándole tajaditas pequeñas de derechos a los patronos. Una demanda cobra fuerzas y se hace colectiva.
Hay que establecer una jornada de trabajo digna, posibilitar el tiempo de descanso y de recreación.
Se tomó una decisión. Convocar a una gran jornada de lucha.
Exigir 8 horas diarias de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas de recreación.
Se fijó una fecha. El primero de mayo de 1886
En estos días se cumplirán 128 años desde entonces y en vez de avanzar hemos retrocedido.
Se pierden derechos que mantuvimos por decenas de años. Se adormece o definitivamente perece la organización de los trabajadores.
Los patrones y los oportunistas nos dicen que cambió la historia.
Es el tiempo de decirles que NO, nada ha cambiado, solo se vistió con mejores ropas la explotación. Se disfrazaron de corderos los lobos para seguir abusando.
Es hora de levantar la organización de los trabajadores.
Preparar las conciencias.
Asumir que se puede y ponerse a trabajar.
Esa es la invitación del Pulso Sindical en este Primero de Mayo.
QUE VIVAN LOS TRABAJADORES Y SU ORGANIZACIÓN.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE