RECABARREN A 100 AÑOS DE SU MUERTE





                                       CONFEDERACION GENERAL DE TRABAJADORES 
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  EDUCAR – ORGANIZAR – LUCHAR  *

 



               A CIEN AÑOS DE LA MUERTE DE LUIS EMILIO RECABARREN SERRANO

 

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PRIMERO 

 

En las sociedades, desde tiempos inmemoriales, siempre han existido individuos descontentos con lo que les toca vivir y que expresan de alguna manera esa molestia en sordina, hasta que entre ellos destacan algunos con la capacidad de poner todo patas arriba y romper los esquemas hasta entonces construidos, poniendo en aprietos  a quienes ostentan el poder o el control sin muchas objeciones.
Aunque las sanciones, los castigos y la represión son fuertes y duros, este descontento persiste en tanto no hay respuestas a lo que se busca cambiar y trasciende generaciones.   
Estos, los más claros, analizaron lo que sucedía en el momento que les tocó vivir y sufrir, se empaparon de lo escrito y vivido en tiempos pasados - y cuando no había aún escritura, seguro lo hicieron a través de relatos y tradiciones transmitidas de generación en generación - hasta llegar a conclusiones muy distintas a las que entregaban los dueños del poder, sectores influyentes y diversas divinidades, por lo que fueron  perseguidos, descalificados e incluso asesinados sin contemplaciones. 
Ellos, los descontentos con lo que vivían, fueron exponiendo sus conclusiones a sus pares y a la sociedad, de acuerdo a las condiciones en que se desenvolvían en el tiempo dado, hasta que se descubrió la escritura, que  tomó algunos de estos testimonios y los transformó en textos escritos, que fueron el punto de partida para que otros descontentos con el orden establecido fueran construyendo ideas y propuestas, partiendo de la base de que no iba a haber cambios a lo que se vivía si los abusados - que eran millones - se limitaban a observar lo que pasaba sin hacer nada más que lamentarlo y pedir ayuda a las divinidades que por cierto proliferaban en esos tiempos.
No solo fueron claros en definir el camino por el que avanzar para hacer dichos cambios. También se esforzaron por construir instrumentos que dieran cuenta de estas ideas y ganar adeptos para crecer como fuerza nueva.         
Avances, retrocesos, personas nuevas que tomaron la tarea en sus manos para que no se perdiera. Y así se avanzó por siglos y siglos. 
Son estas ganas de buscar cómo hacer frente a los abusos, que se repiten por siglos desde el momento en que se inicia la esclavitud y van en avance, lo que provoca las primeras uniones de personas que en los orígenes buscaron ayudarse en caso de falta de empleo, enfermedad o muerte. 
Es la organización mutual el apoyo entre pares que tienen los mismos dolores, los primeros pasos orgánicos de quienes venden fuerza de trabajo, pero hasta entonces no están claros que su situación es producto de los abusos de quienes tienen más poder y no de los dioses que no les consideran.
Como no se peleaba contra el origen del abuso, éste se mantenía y solo adopta  nuevas formas para seguir expandiéndose.
Podríamos decir entonces que desde que se instaló el abuso de unos contra otros, hubo adelantados que no soportaron el estado de cosas y buscaron formas y mecanismos para evitar tanto abuso y maltrato, generando instrumentos de apoyo mutuo, aunque sin llegar a confrontar aún al abusador. 
Entre muchos, vamos a mencionar dos casos que aunque con siglos de diferencia entre uno y otro, reflejan el resultado que deja en los colectivos la acción mancomunada contra el abuso.
Aunque no son movimientos que implican cambios profundos, pues las cosas siguieron más o menos iguales después de ambos hechos, si es interesante tomarlos en cuenta .   
 
1. "La primera huelga documentada de la historia se produjo en Egipto en tiempos de Ramsés III, de la XX Dinastía, nieto de Ramsés II, el Grande (Año de 1165 a.C.)
" "En el Museo de Turín se conserva todavía hoy  el "Papiro de la Huelga", de la época del Faraón Ramsés III, en el que se recoge el siguiente testimonio:
"...Los trabajadores traspasaron los muros de la necrópolis (se pusieron en huelga) diciendo: 'Tenemos hambre, han pasado 18 días de este mes... hemos venido aquí empujados por el hambre y por la sed; no tenemos vestidos, ni grasa, ni pescado, ni legumbres. Escriban esto al faraón, nuestro buen señor y al visir nuestro jefe, que nos den nuestro sustento!" 
Sus salarios, diez hogazas de pan y una medida de cerveza diaria como media, sufrían constantes retrasos hasta el punto en que el poblado se sumió en una terrible hambruna. Los trabajadores se organizaron y dejaron al mismo tiempo sus puestos de trabajo. Durante los días siguientes, los egipcios hicieron sentadas, ocuparon edificios y acamparon un día entero con su noche en el templo.
Los obreros consiguieron que les pagaran los jornales que les debían en la que está considerada como la primera huelga de la historia.
                                                                                             *www.ugt-andalucia.com
 
2.-
Espartaco fue un esclavo de origen tracio, que según fuentes griegas y romanas dirigió una rebelión contra la república romana en suelo itálico, ocurrida entre los años 73 y 71 a. C. Esta guerra se extendió a toda la península durante casi tres años.
Espartaco, junto con otros esclavos gladiadores, ideó un plan de escape que desembocó en un estallido en toda la península. Se les unían esclavos fugitivos de todas partes, conformándose de esta manera un ejército que fue creciendo hasta llegar a ser de ciento veinte mil personas aproximadamente. Guiados por Espartaco, lograron una fuerza armada mixta formada por hombres, mujeres y niños que, sorprendentemente, constituyó una combinación que demostró repetidas veces su capacidad para resistir y superar al equipado y entrenado ejército romano La guerra acabó finalmente en 71 a. C, cuando fueron derrotadas las fuerzas de Espartaco, las que sin embargo dieron muestras de organización, valentía y decisión de lucha contra el opresor.  *Wikipedia 
 
Entonces, los trabajadores de Ramses, los esclavos romanos y todos los esclavos y abusados  se levantaron inicialmente demandando libertad, respeto, ser tratados como seres humanos.
Si ambos hechos no hubieran sido recogidos por la historia y expuestos como  aquí lo hacemos, más allá de si son totalmente efectivos o no, no tendríamos un punto de partida.                                                                                                          La historia da cuenta también de los resultados de estas luchas, que por cierto no fueron los mejores, pero aún así los que buscaron cambiar las cosas nunca se dieron por vencidos.                                                                                 
Desde estos y otros hechos se construyó un relato que sirvió para promover y concretar - pasados los siglos y cuando ya era más usual la utilización de la fuerza humana para generar ganancias, ya antes de la revolución industrial según variedad de testimonios -  la construcción de instrumentos de unión de los abusados, quienes claramente fueron ajustando sus intereses y objetivos de acuerdo al adversario que tenían al frente y también por cierto a los atisbos de conciencia que comenzaban a aparecer respecto del rol que jugaban en un sistema dado.
 

SEGUNDO 
 

Así como la construcción de instrumentos manuales y maquinarias provoca   
que avancen las sociedades en todos los planos, así también con el pensar y el hacer el ser humano va atisbando inicialmente y luego percibiéndolo con certeza, que él es el actor principal en la construcción de las sociedades y que sin su acción no hay avance que valga.
 Muchos son aquellos que dejaron todo en el trabajo y esfuerzo por mostrar a los trabajadores que son un gran poder como no hay otro, llegando incluso a establecer que para que tal precepto se cumpla se requiere educación, organización y lucha.  Y trabajaron con ahínco para mostrar como en esta triada radica la clave de la liberación de los abusados.  
 ¿Cómo determinar quiénes son los más importantes en esta lucha por la dignificación y la concientización de las masas?
 
Los hay en cada uno de los momentos que fueron marcando el despertar de los trabajadores y se extrañan hoy, pues por alguna razón no explicada suficientemente, algunos han dado por cerrado el ciclo de la dignificación de los trabajadores, llamando a confraternizar y buscar acuerdos con los que abusan, sin poner antes termino a las condiciones que generan esos abusos.
Vamos a citar a dos entre muchos.                                                 
Se da la coincidencia que ambos cumplirán este 2024, cien años desde que sus vidas físicas se apagaron y sin embargo sus enseñanzas siguen siendo material de guía, educación y formación de luchadores por la causa de los más abusados.
 
*El 21 de enero de 1924 murió Vladímir Ilych Uliánov (Lenin) en Moscú, a la edad de 53 años. Su funeral fue seguido por un cortejo fúnebre que recorrió Moscú y en el que participaron millones de personas.
 
*El 19 de diciembre de 1924, a la edad de 48 años murió en Santiago de Chile Luis Emilio Recabarren. En el local de la Federación de Obreros Ferroviarios,  se levantó una capilla ardiente. Lo despidió una columna de trabajadores de varios kilómetros  desde la calle Bascuñán Guerrero hasta el cementerio general.
  
Lenin y Recabarren - Recabarren y Lenin.
 
Dos, entre muchos grandes líderes y guías para los trabajadores y los pueblos. 
Así podemos y debemos llamar a quienes como ellos dirigieron sus escritos, palabras y acciones, orientando y educando a los trabajadores y los pueblos. 
Trabajaron duro toda su vida por instalar en la conciencia de los asalariados la existencia y pertenencia de estos a la clase trabajadora.  
Explicaron con claridad y simpleza que la sociedad estaba dividida en 2 grandes clases, independiente si desde cada una se desprenden una o más variantes, desarrolladas por los que evitan llamar al pan, pan  y al vino, vino.
La clase explotadora y la clase explotada. 
Demás está decir que ambos no fueron siempre escuchados, que hasta el día de hoy se les cita aunque no siempre se practica lo citado. Que decir de las interpretaciones que sobre sus discursos se hacen.
Aún  hoy siguen descubriéndose cosas nuevas sobre sus palabras.  
 Se les denostó y minimizó con particular rigurosidad y en  otras tantas ocasiones se les quiso poner por sobre el bien y el mal. Y no había razón.
Ni Lenin ni Recabarren fueron perfectos y seguramente cometieron más de un error.
Grave resulta minimizar y/o ignorar dichos errores y más grave aún es no intentar corregirlos cuando son visualizados. 
 Como todos, pudieron estar expuestos a cuestiones exógenas que no fueron suficientemente previstas, ¿pero acaso eso quita mérito al enorme aporte que hicieron?
Cuando se cumple un centenario de su partida hay que evitar la lectura interesada y sesgada de sus escritos, pues eso induce a mantener fallas y deficiencias y con ello el daño que provocan se mantiene. 
 Escribieron, expusieron, orientaron y actuaron en tiempos duros y difíciles, cuando los trabajadores y los pueblos carecían prácticamente de todo y recién en forma imperfecta y sin una sola visión, comenzaban a rebelarse contra el capital que avasallaba.
No podemos, por tanto, tomar sus planteamientos como dogmas de fe, sino como orientaciones que muestran un camino con el que se podría llegar a un final distinto al que ellos avizoraron, pero igual de esperanzador para los abusados.    
 Hay que rechazar a todos aquellos que - en el nombre de los que pasaron - pretenden dictar normas y conductas para el actuar de los trabajadores, mientras ignoran a estos como actores principales en el proceso de cambios y les han entregado siempre un papel secundario en la lucha contra la explotación del capital.
Se equivocan al creer que los abusados deben esperar una guía, una línea que llegará desde afuera para dar conducción. Será producto de la educación que estos abusados reciban. Educación basada en lo que los anteriores a nosotros plantearon,  de la que nacerán organizaciones que darán pautas y lineamientos para la lucha exitosa de los abusados.
 
Recabarren, Lenin y muchos otros - antes y después de ellos - construyeron opinión y propuestas teniendo como base las orientaciones y consideraciones de quienes venían haciéndolo desde antes, enriqueciendo y mejorando las mismas en contacto permanente con el pueblo, pues todas ellas apuntaban a terminar con el abuso y la sumisión. 
No son dioses, solo seres humanos con una disposición y entrega capaz de motivar a muchos y que lamentablemente han visto truncadas sus ideas y propuestas, pues muchos de quienes los citan no tienen ni la disposición y entrega que se requiere para tan magna tarea.
Pudieron incluso estar equivocados en muchas cosas, pero tienen el gran mérito de haber mostrado a los trabajadores y al pueblo un camino, animarlos a seguirlo para que se produzcan los cambios con los que siempre soñaron.  
Eso es suficiente para considerar vital su aporte y animar a muchos a leerles y aplicar.
 
Algo debe estar claro.
 
Siempre habrá quienes puedan no compartir la totalidad o parte importante de sus planteamientos pero eso no debe dar espacio para descalificar o minimizar sino, al contrario, incentivar para levantar nuevos planteamientos y propuestas.
Será la gestión, la acción de trabajadores y dirigentes en sus organizaciones, en procura de responder a esas demandas de cambio social, lo que establezca en definitiva quien estaba más claro con sus planteamientos, aunque nada anulará el aporte desinteresado, la entrega inclaudicable de todos aquellos que se la jugaron por el bienestar de la clase trabajadora.   
 
 
 
 
 TERCERO
 
Lo mejor, al cumplirse 100 años de su muerte, es escribir sobre lo que no se ha tomado en cuenta de lo planteado por Luis Emilio Recabarren en su legado escrito.
Vamos a partir por reconocer nuestra fallas al no haber sido lo suficientemente perseverantes y pelearles el espacio a los que se adueñaron de su legado sin tener méritos para ello. 
Esos que fueron haciendo camino citando al compañero pero no aplicando rigurosamente sus principios fundamentales, educar y organizar a los trabajadores. Se equivocaron y ya es hora de que lo reconozcan y hagan actos de contrición suficientemente claros. 
 Debemos ser autocríticos para reconocer que a 100 años de la muerte del compañero Recabarren, poco o nada se hace por educar a la clase y muchos de los escritos que por ahí circulan, hacen de todo menos formar la conciencia  de quienes están llamados a ser los constructores del mundo nuevo que los antiguos soñaron.
 Vamos a escribir sobre lo que por entonces se consideraba importante vital y hoy se minimiza o desconoce.
Hay bastante sobre lo que hablar, como la ausencia de medios informativos en las organizaciones sindicales, la no existencia de un periódico obrero amplio abierto, unitario, pluralista y pedagógico, entre muchas otras carencias.
¿Cómo vamos a educar a las masas si no generamos los instrumentos para ello? Lo más probable es que no se aspire de verdad a educarlas.
 Estas deficiencias son la muestra más clara de que para algunos  podrían no haber significado mucho los cien años de la muerte de Luis Emilio Recabarren.
Se habrán hecho algunos esfuerzos por aquí y por allá, pero estamos lejos siquiera de tener la militancia activa que tuvieron todos los que hicieron organización hace 100 y más años.
 
Por cierto que todo lo construido  no es mérito de Recabarren, pues antes que él fueron otros quienes levantaron las mutuales y se pusieron después a trabajar en las sociedades de resistencia.
Instrumentos que jugaron un rol y se quedaban cortos, pero que fueron creciendo en la misma medida en que la acción de las masas trabajadoras y sus líderes se afanaban en buscar respuesta y ahí comienza a hacerse fuerte Recabarren.
No fue el único y no tendríamos por qué negarnos a reconocer que la clase trabajadora tiene más de un padre y más de un guía
¿Es que acaso eso anula la enorme contribución que hizo Luis Emilio?
Ya en su tiempo quienes no aceptaban sus planteamientos lo expusieron claramente, y él también les respondió. No obstante y allá de las diferencias, todos agitaban y actuaban, representaban trabajadores y los educaban.   
Fueron uno cuando la lucha social y sindical lo reclamó.
Unidad en la acción podríamos llamarla. ¿Cuál es la razón para que ahora haya prácticamente desaparecido de nuestro léxico?
Clase organizada y consciente es lo que hubo y hoy apenas se percibe. 
Luis Emilio Recabarren fue un hombre que trabajó y vivió en un tiempo particularmente especial.

El tiempo en que los trabajadores del país, pese a ser hombres libres, eran tratados como esclavos, no recibían en algunos oficios pago en dinero por sus servicios y trabajaban muchas horas cada día, debiendo entregar a la voracidad del capital a sus hijos, quienes desde muy pequeños eran preparados como relevos, para que no disminuyera la fuerza de trabajo que requería el patrón para mantener y acrecentar sus ganancias.
De hecho, Recabarren desde los 14 años comenzó a trabajar en una imprenta como aprendiz de cajista, y aunque no hay mucha literatura sobre su aprendizaje y posterior desarrollo en el oficio, es obvio que tuvo la capacidad de asimilar toda la enseñanza y ponerla al servicio de sus ideas, ya que dirigió y trabajó activamente en la preparación, impresión y distribución de periódicos obreros que llevaron ideas y propuestas a muchas partes del país, país que luego recorrió una y otra vez para sembrar sus enseñanzas, que más de una vez cayeron en tierra fértil.
 
Se pronunció con claridad y énfasis sobre los más variados temas, promovió el socialismo como una forma superior y mejor de gobierno que la que se vivía, invitó a hacer organización en todo lugar donde hubiera trabajadores, así como incentivo la militancia consciente y la participación activa.
Se dice que solo requería de un cajón de manzanas para pararse sobre él y hablar a los trabajadores, que siempre había personas escuchándolo y que muchos de  esos escuchas después integraron organizaciones y lucharon por sus derechos.
Fue un internacionalista para quien las luchas de los trabajadores del mundo eran una sola. Pese a sus limitaciones económicas y laborales participó en organizaciones sindicales y políticas, principalmente en Argentina y visitó algunos países de Europa conociendo de primera fuente las experiencias que en algunos países se desarrollaban, llegando incluso a estar en la naciente Unión Soviética, sobre la que relató en sus escritos las experiencias vividas, admirando profundamente el accionar de los trabajadores y sus organizaciones dentro del naciente Estado. 
Fue hijo,  esposo y padre y aunque poco se sabe sobre su vida personal, sabemos que n
ació el 6 de julio de 1876, en Valparaíso. Hijo de José Agustín Recabarren y Juana Rosa Serrano, tuvo 5 hermanas y un hermano.    
A los 18 años se casó con Guadalupe del Canto con quien tuvo dos hijos: Luis (1896) y Armando (1897), quien falleció en su primer año de vida.                    
En 1914, se casó con Teresa Flores, obrera del norte de Chile con quien compartió la actividad política y dejó claro que en esta labor el hombre y la mujer tenían iguales compromisos y responsabilidades. 
Hombre rígido en muchas cuestiones de la vida social y laboral, convencido absolutamente de que si los trabajadores no cambian su forma de ser y dejan de lado aquellas cosas que les corrompen, no lograran resultados positivos y permanentes en sus luchas.  
Promovió el respeto y la rectitud dentro de la organización, incentivo la lectura y la participación de los trabajadores en diversas iniciativas como cooperativas, filarmónicas,  grupos de teatro y otras similares.
Profesor y pedagogo, sus enseñanzas las rodeó de acción pues no se limitó a decir lo que creía que había que hacer, sino que lo aplicó con su ejemplo diario.
Escribió sobre la naturaleza y el aporte der ser humano sobre la misma, exponiendo claramente sus ideas materialistas sin un afán de atacar a ningún dios en particular, sino dejar en claro que para la mejoría y el avance del ser humano se requería de su aporte, vital para la transformación del mundo.
Más allá de que otros - en los mismos tiempos, antes y después - hayan realizado trabajos similares a los que él emprendió, es reconocido como un creador de periódicos obreros desde los cuáles  incentivó la educación social y sindical, la organización, así como la promoción y defensa de los valores morales, llamando a luchar contra los vicios qué los poderosos instalan entre los pobres y que eran particularmente visibles en muchos de los lugares de trabajo.
Luchó incansablemente contra el consumo de alcohol y tabaco,  así como contra los juegos de azar, responsables de minar y acabar con la vida de millones de trabajadores, de someterlos al vicio hasta llevarlos a abandonar hogares y familias. 

Según su convicción, los trabajadores requerían de un instrumento político que los representara, por lo que fue militante de uno y al no sentirse identificado avanzó en la búsqueda hasta llegar a su construcción plena.
Adquirió la certeza  de que la solución a los problemas de los pobres se llamaba socialismo y trabajó fuertemente por ello, escribiendo textos, dictando conferencias, promoviendo la participación del hombre y la mujer, reiterando hasta la saciedad que sin educación  y organización es imposible luchar contra el sistema y cambiarlo. 
Sus planteamientos en la necesidad de la educación y organización de los abusados le llevaron, junto a otros que entendieron y apoyaron sus propuestas, a apoyar y promover la organización de los trabajadores  principalmente en el sector minero e industrial, siendo las mancomunales y la FOCH los principales frutos de este accionar, presidiendo esta última  organización por varios años, y a la que despojó de su carácter casi exclusivamente mutualista para llevarla a transformarse en un instrumento revolucionario que luchaba por el cambio de la sociedad.
 La rigurosidad en la exigencia del pago de la cotización mensual, la compra y difusión de los periódicos, por ejemplo, así como la exigencia de participar de los debates, es una clara muestra respecto de a que nos referimos cuando hablamos de deberes y derechos.
Recabarren iba a conversar con los trabajadores y también lo hacía con los dirigentes de sus organizaciones.  Tenía clara las ideas y por lo mismo polemizaba con firmeza y claridad, mas no se conocen de él descalificaciones o discriminaciones sin fundamento hacia quienes no eran parte de su estructura. Nunca calló sus desacuerdos pero no trabajó para destruir aquello en lo que no había tenido injerencia.
 
CUARTO
 
A exactos cien años de la muerte de Luis Emilio Recabarren son muchos, más no suficientes, los que tienen claros sus planteamientos y trabajan por concretarlos. No obstante, también son  muchos quienes suelen usufructuar de su nombre, aunque no hacen mucho por aplicar y cumplir sus enseñanzas.
Los que vemos a Recabarren como el guía obrero que fue, no tenemos problemas al plantear en que se ha fallado en este ejercicio de construir organización para los trabajadores.
Hablamos de una organización de la clase, por lo que el primer desafío es dotarnos de los instrumentos para explicar a los trabajadores que son una clase.
Organización que les muestre el camino primario de la lucha económica para mejorar su vida diaria, así como el de la lucha política en esto de aspirar siempre a cambiar el sistema social que nos rige hasta hoy.
 ¿Como lo vamos a hacer?
 Combatiendo fuertemente el consumismo exacerbado y la individualidad que llegan a niveles monstruosos, con tanto adelanto científico técnico que tienen a los seres humanos viviendo en su pequeño espacio sin interesarles nada más en el mundo.
Construyendo medios de comunicación escritos, usando la radio, el internet y toda red social que permita concientizar. 
Salir a la calle todos los días a conversar con los trabajadores nos pondrá en el camino correcto.
No desmenuzamos aquí el discurso de Recabarren ni cuestionamos sus propuestas.  Sacamos de ellas lo que creemos es vital para reimpulsar la educación de la clase de los trabajadores y el nacimiento de organizaciones de nuevo tipo, que pongan en el centro los problemas de la clase y busquen junto a ésta las soluciones a los mismos.
Poco importa si lo van a hacer de la mano de un partido  político o no, aquí lo de fondo es que se transformen los trabajadores en una fuerza de tal magnitud que fuercen a esos partidos a escuchar sus demandas y trabajar por su cumplimiento
La nueva sociedad será una construcción de todos los que están por hacerlo y no obra de iluminados a los que se debe rendir culto y pleitesía y que giran en una órbita distinta a las clases populares.
A cien años de la muerte de Luis Emilio Recacarren se multiplicaron los instrumentos para destruir el cuerpo y la mente de los trabajadores, por lo tanto junto a la educación para explicarles que son clase, debemos ser capaces de empeñar todos los esfuerzos para combatir el consumo de drogas y alcohol  en los lugares de trabajo y de vivienda de nuestro pueblo.
Hay que profundizar el trabajo en la generación de centros juveniles y deportivos, organizaciones de la mujer y los jóvenes, charlas conferencias e iniciativas de todo tipo en espacios que se generen en los propios barrios, barrios que debemos limpiar del lastre del narcotráfico y otras perversiones, que están ahí principalmente por carencia de acción de las fuerzas vivas en cada lugar donde habita el pueblo trabajador.
Si hubiera que poner algunas cosas en su lugar podríamos construir una línea de tiempo que deja claro el orden de los pasos que se deben dar para sacar a los trabajadores de la postración. 
Esto nos permitiría entender que no se puede  avanzar si los pasos no se dan como corresponde y hasta es probable que pudiéramos entender porque a veces, a pesar de todas las buenas intenciones y disposición, las cosas no salen como corresponden.
Reiterar entonces que mientras no se aplique la formula correcta, que nuestros antecesores se encargaron de construir y determinar el orden de aplicación de la misma,  seguiremos sufriendo derrotas u obteniendo victorias pírricas que no nos llevarán al objetivo definido en abstracto por los grandes líderes y pensadores que han guiado nuestro trabajo, Recabarren incluido.

EDUCAR - ORGANIZAR – LUCHAR es a nuestro parecer la trilogía correcta, en el mismo orden en que está escrita y dicha trilogía fue expuesta con total claridad por aquel a quien se recuerda en el centenario de su muerte, aunque lamentablemente no es aplicada en el orden correcto.

 

Y eso queda hoy más expuesto que nunca.

 

                                                                                Manuel Ahumada Lillo

                                                                                                                                                     Santiago, Diciembre 2024