Pulso Sindical N ° 392

En un tiempo pretérito fuimos invitados a votar NO en un plebiscito que definiría la continuidad o no del dictador, agregándose un «HASTA VENCER» de manera de dejar claro que quienes hacían suya está opción no cejarían en su demanda de terminar con la dictadura y restituir al pueblo lo que los milicos le habían quitado a sangre y fuego, más allá de que ésta abandonara el poder por decisión de la ciudadanía.

En ese tiempo lejano, fueron muchos los compañeros de ruta que no aceptaron esta resolución y se alejaron de la militancia activa,  acusando una «entrega al modelo” y la rendición de las banderas hasta entonces enarboladas.

Siendo justos, es bueno reconocer que algunos de los que se fueron mutaron en empresarios o emprendedores, con distinta suerte, otros se dieron vueltas de carnero de tal manera que hoy se encuentran mirando de manera distinta, renegando incluso de aquello que sostuvieron con fuerza y convicción como si nunca hubieran hecho el compromiso de “luchar hasta vencer”, mientras unos cuantos se fueron para la casa desengañados y dolidos de todo lo vivido.

Los que se quedaron trabajaron denodadamente por explicar al pueblo las razones del NO y fueron muy claros al decir que nada se iba a negociar a espaldas de los más sufridos y castigados por la dictadura. Lo que nadie imaginó por entonces es que quienes se quedaron  también mutarían, salvo honrosas excepciones.

Ellos no se sintieron tan incómodos con la nueva situación del país. Negociaron «para callado» con el modelo y se allanaron a los «cambios en la medida de lo posible», toda vez que dicho negociado les permitió hacerse de algunos espacios de poder dentro de la estructura del sistema imperante. Y desde entonces han estado “con el poto en 2 sillas”.

Rechazan y se oponen a las propuestas de los gobiernos de turno y luego de algunas concesiones terminan aprobando o haciéndose a un lado, con el consiguiente perjuicio para quienes aún creen en sus cantos de sirena.  

Lo anterior es particularmente notorio en las leyes que durante estos años de “democracia cautiva” se han dictado para domesticar al movimiento sindical.
No obstante, insisten con  majadería en que están junto al pueblo y sus luchas. (Ver El Mercurio 11-1-2015, página D-8)
Las “honrosas excepciones” tomaron caminos diferentes, quedándose algunos de ellos en el trabajo sindical y poblacional, firmemente convencidos  de que solo un pueblo organizado es capaz de barrer con los acuerdos y herencias de la dictadura, lo que posibilitará avanzar hacia la construcción de una sociedad más digna y justa.

En estos años se les ha dicho de todo, desde aventureros hasta traidores, y sin embargo se mantienen firmes en sus posiciones y trabajan denodadamente entre los trabajadores, promoviendo la organización de la clase.        

Tienen claras las demandas sindicales y populares, como claras están también las condiciones para avanzar en esas demandas. No han entregado, ni entregaran, un cheque en blanco a ninguna administración pues por sobretodo están los derechos irrenunciables de los explotados.

32 años después, se ven nuevamente interpelados a tomar una posición que permita a los más abusados mirar con un dejo de esperanza lo que se viene.
Nosotros – muchos de los que estamos en la pelea desde siempre – tenemos claro que bajo las actuales condiciones no hay posibilidad de grandes avances, pero en la disyuntiva de resolver entre APRUEBO y RECHAZO tenemos que analizar lo que está en juego y tomar partido por una de las alternativas, sujeto esto a las condiciones en que se encuentra la organización popular en todos los niveles.
Votar APRUEBO es pronunciarse claramente por aquello que demandamos durante más de 3 decenios. Es marcar la opción de una Nueva Constitución, teniendo claro que cualquiera que sea el instrumento que la construya no representará en sentir de la gran mayoría de nuestro pueblo.

En efecto, la nueva Constitución que se construya seguirá la línea de quienes están vinculados al poder, con todos los matices que esta vinculación tiene. Pero debemos tener muy claro que esto solo es resultado de nuestra incapacidad de construcción.

No pudimos hasta ahora organizar a los millones que están descontentos pero siguen permeados por el discurso del sistema, por lo que el gran desafío es tomar las ganas de los que sueñan con terminar con la Constitución pinochetista y decirles claramente  que la Constitución que queremos solo podremos construirla cuando dispongamos de las fuerzas suficientes para barrer con el sistema capitalista.    

Lo que viene será un paso pequeño respecto del camino que nos resta por recorrer, pero es un paso que debemos dar porque si la posibilidad de votar fue puesta en la mesa, es gracias al esfuerzo de unos cuantos miles que se enfrentaron contra el poder y lo pusieron en jaque, mas no pudieron darle el golpe de nocaut.

Es un paso pequeño que debemos dar, teniendo al frente los desafíos futuros y reiterando la defensa irrenunciable de las demandas de nuestro pueblo, que hemos hecho nuestras y que por ahora seguirán insatisfechas.

DE DONDE VIENE  LA VIOLENCIA

“La violencia es el tipo de interacción entre sujetos que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan con hacer dañomal o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad, afectando a las personas violentadas de tal manera que sus potencialidades presentes o futuras se vean afectadas.
Según la OMS, «La violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte».                                                https://es.wikipedia.org/wiki/Violencia 
Todos y cada uno de los hechos acaecidos en este largo tránsito de la dictadura a la democracia – que aún no culmina pese al intento de algunos por insistir en lo contrario – tienen como detonante la fuerza desmedida e irracional de Carabineros y de los militares cuando han sido sacados a la calle para tratar de acallar las demandas populares.

Son los uniformados y también en ocasiones la policía de civil, los que han cargado contra grandes concentraciones de personas utilizando todos los instrumentos disuasivos con los que se les dota, con el único objetivo de generar el miedo y el terror. Así el régimen de turno no responde a las demandas populares, solo castiga sin asco a quienes las expresan.
 
 
Así, si los que protestan aislaran a estos grupos minoritarios, las demandas pacificas podrían expresarse cuantas veces fueran necesario, pues estarían dentro del marco democrático que el sistema ha construido

Este discurso es difundido sin pausas por los medios de comunicación y lo instalan de alguna manera en la ciudadanía. Hay que expresar con toda la fuerza posible que es un mensaje falso, ajeno por completo a la realidad.

Gustavo Gatica y Fabiola Campillai quedaron ciegos y más de 200 hombres y mujeres – jóvenes en su gran mayoría- sufrieron la perdida de uno de sus ojos. Decenas de miles han sido golpeados con saña, otros tantos sufrieron agresiones sexuales en diversos niveles, incluidas violaciones, y miles están detenidos por meses sin una acusación clara.

Todos ellos fueron parte de los millones que han salido a marchar y protestar exigiendo cambios profundos, no miembros de grupos minoritarios que atacan sin razón.

Todos los que marchan y manifiestan han debido – y tienen todo el derecho de hacerlo – responder a las brutalidades de las fuerzas represivas soltadas como perros rabiosos por quienes gobiernan. ¿Cuántos de los agresores están en prisión o siendo juzgados? 

La violencia como está definida no la ponen los que manifiestan sino los que reprimen, y estos represores tienen todo el respaldo del sistema porque es este sistema capitalista el gestor de la mayores inequidades y quiere que todo siga como está.

Tipos y tipas, que no merecen ser llamados de otro modo, se mueven por el parlamento y bajo la mesa llegan a acuerdos con el gobierno para sacar más y más leyes que repriman, guardando silencio cómplice ante todas las aberraciones denunciadas nacional e internacionalmente. Ellos son los que posibilitan la violencia y deberán ser sancionados.

En el intertanto, no podemos dejar de luchar por aquello que de justicia merecemos, con todas las formas de las que disponemos.
Más y más organización es el desafío de la hora presente.

MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente Central Clasista de Trabajadores y Trabajadoras
Secretario C.G.T. CHILE