Pulso Sindical N ° 390

EN MEMORIA DE MAURICIO FREDES

EL ESTALLIDO SOCIAL


Desde que la revolución industrial generó una explosiva producción de bienes, que llegó acompañada de una descarada explotación a la naciente clase trabajadora, que tenemos estallidos sociales. Y quien escudriñe un poquito en la historia, constatará que estas explosiones son un resultado previsible cuando los poderosos aprietan  y aprietan la soga que mantienen al cuello de quienes trabajan para ellos (o les venden fuerza de trabajo). Habrá cambiado el material con el que se confecciona la amarra, hasta el extremo de que el trabajador no la siente, pero la explotación del hombre por el hombre está más vigente que nunca y se profundiza cada día que pasa. El capital sigue mandando y generando leyes para cautelar sus ganancias y mantener el dominio.


Los trabajadores sabemos de estallidos sociales desde siempre y también que son miles las vidas que se han dejado, en la lucha por mejorar las condiciones de vida de los más desposeídos. No olvidamos que los responsables de los crímenes son ejército, armada, fuerza área y carabineros, que dócilmente y sin chistar cumplen las ordenes de sus amos.



En el mitin de la carne en Santiago en 1905 mueren 250 personas y el jefe de las tropas fue el general Roberto Silva Renard, quien en 1907 dirigiría la matanza en Santa María de Iquique que costó más de 3.000 vidas de hombres mujeres y niños.


El 6 de febrero de 1906 en la plaza Colon de Antofagasta una llamada “guardia del orden”, que fue armada con fusiles por el ejército, cargó contra obreros que demandaban aumento del tiempo de descanso por colación y junto con la marinería los balearon, generándose un número indeterminado de muertos que algunos cifran en 300.


En la madrugada del martes 27 de julio de 1920, la sede de la FOM y de El Trabajo fue asaltada e incendiada. Alrededor de las 3:00 horas, tropas de militares y carabineros rodearon el edificio y abrieron fuego. Aquellos que intentaron escapar del edificio fueron muertos en las puertas. Luego incendiaron el local donde el resto de los trabajadores murió carbonizado. Más de 30 personas perdieron la vida en el asalto e incendio.


Avanzan los trabajadores en organización, demandan respuestas a sus peticiones y crece la represión desenfrenada.


El 3 de febrero de 1921 militares y carabineros balean en la oficina San Gregorio a los trabajadores que demandan pago de desahucio dejando más de 100 muertos.

La masacre en la oficina salitrera Marusia ocurrió en marzo de 1925 y fue la respuesta del gobierno de Chile –bajo la presidencia de Arturo Alessandri– a una huelga de los trabajadores salitreros. La masacre provocó más de 500 muertos, siendo más del 90% de ellos huelguistas y sus familiares. Los responsables de esta masacre son miembros del ejército.


En más de 2000 se calcula el número de obreros y sus familias, que fueron asesinados por efectivos del ejército y la marina en la oficina salitrera La Coruña, en la pampa del Tamarugal, acción armada que se realizó el 5 de junio de 1925.


Militares y carabineros son responsables de los más de 500 campesinos mapuches y trabajadores de lavaderos de oro, asesinados en la zona de Ranquil el 6 de julio de 1934.

6 pobladores mueren en 1962 en la Población J. M. Caro en Santiago en manos de carabineros y uniformados que reprimen un paro convocado por la CUT, 8 obreros mueren en El Salvador el 11 de marzo de 1966 por balas del ejército, mientras que 11 pobladores son muertos por carabineros en Pampa Irigoin en P. Montt el 9 de marzo de 1969.


No vengan entonces a preguntarse las razones de la explosión social iniciada a principios de octubre de este año y vigente – aunque en un tono menor a las primeras semanas – hasta estos días.


La respuesta a los abusos de decenios es nacional, no instigada ni financiada por nadie desde el exterior. Es el NO MAS ante tanta alza abusiva, sueldos miserables, pensiones de hambre, créditos universitarios usureros, viviendas sin patio y poca privacidad, abuso moral y laboral con las mujeres, descuido de los niños y ancianos, carencia de un servicio de salud para todos. Estas y muchas más son las razones del estallido social y, aunque les duela escucharlo, seguirán vigentes mientras persista el estado actual de cosas.


EL ACUERDO POR LA PAZ Y UNA NUEVA CONSTITUCION –

LA CONSULTA MUNICIPAL


Casi todos concluyen que el mentado acuerdo no tiene nada de paz y que lo de la nueva constitución es bastante deslavado. Sin embargo el itinerario establecido por los detentadores del poder y quienes administran en su nombre, va avanzando y lo instalan con todo el poder que tienen que es mucho y hasta ahora incontrarrestable.


Los anticapitalistas, los que han puesto aguante a la arremetida de la dictadura Piñerista, carecemos aun de una organización potente que hubiera instalado e impuesto por vía de los hechos la Asamblea Constituyente, como punto inicial de cualquier discusión para el futuro. Seguimos con bravatas en algunos medios alternativos y en las redes sociales, no obstante a la hora de decidir y de resolver ni tenemos capacidad ni tenemos decisión para sostener las banderas. Seguimos desunidos seguirán barriendo con nosotros.

En las últimas semanas “los salvadores de Chile” se dieron cuenta que metieron las patas hasta el fondo, y han tratado de instalar para el próximo proceso plebiscitario la paridad de género, además de cupos para los pueblos originarios y la participación de los independientes. Sin embargo, y tramposamente, dejaron fuera de la discusión la necesidad de que este proceso fuera conducido por una Asamblea Constituyente.

¿Y los campeones de la democracia – en el poder y en los extramuros – tienen en su estatutos normas de paridad de género (50% de la directiva hombres 50% mujeres) y participación con cuotas de los pueblos originarios?


Lo más probable es que esto no ocurra, por lo que debe quedar claro que están usando la paridad y la participación de pueblos originarios e independientes solo como un recurso para granjearse la simpatía de la población, y que en ningún caso creen en esto pues no lo practican en su trabajo diario.


Más allá de lo que se resuelva, debemos trabajar en esta contingencia y buscar una propuesta que deje claro a nuestro pueblo por donde viene la mano. Demandamos por mucho tiempo Nueva Constitución por lo que no debiéramos restarnos a entregar nuestra opinión, sin embargo debemos dejar claro que  esta participación no solucionará los problemas diarios de la población, causa objetiva del estallido social.


No hay que renunciar bajo ninguna circunstancia a las plataformas de lucha de la clase, la nueva sociedad a la que aspiramos no se va a construir con el próximo plebiscito.


Es en el proceso de esta “crisis social” (inédita para algunos aunque aquí hemos mostrado  que las crisis o estallidos son la respuesta al proceso de explotación y abuso indiscriminado del capital) que los municipios anunciaron, días antes del “acuerdo” una consulta a la población para dirimir, escuchando a la gente, cuales son las cuestiones de mayor preocupación en los barrios, incluida la convocatoria a una nueva Constitución.


Dicha consulta se realizó recientemente, durante 3 días, en 225 municipios de un total de 346, que conforman la Asociación Chilena de Municipalidades.


Según los datos entregados, participaron 2.1 millones de ciudadanos, incluidos quienes tienen entre 14 y 17 años y que, para los efectos de medir participación, no son parte del padrón.


En términos generales, del total de participantes un 92,4% se manifestó a favor de una nueva Constitución y para llegar a la misma el 73,1 % de quienes votaron se inclinó por la opción de una Convención Constitucional. Con este dato se presenta un problema no menor, ya que algunos municipios (no se especifica cuantos son ni la cantidad de personas que aglutinan) dicen haber consultado a sus votantes por una alternativa denominada  Asamblea Constituyente la que habría obtenido  un 83% de las preferencias.


En algunos muros de Santiago se ven letreros que dicen que la consulta municipal aprobó una asamblea constituyente, lo que en estricto rigor es una información falsa de la que alguien debiera hacerse cargo.


Claramente en la Asociación de Municipalidades confluyen, al menos, 2 visiones y ninguna de ellas ha sido cauta al entregar resultados, resultados que habida cuenta del nivel de participación ciudadana no sirven, salvo para llenar algún espacio en los medios.


En efecto, la participación en esta consulta municipal fue pobre, pobrísima, tanto que vamos a omitir el % que puede haber de votantes entre 14 y 17 años, a saber:


El padrón electoral al año 2017 era de 17, 3 millones de inscritos, de los cuales en la elección presidencial 3.8 millones se inclinaron por Piñera.


En conclusión la convocatoria de la Asociación  Chilena de Municipalidades apenas superó el 50% del total de votos que obtuvo Piñera ese año, y por entonces todos coincidimos en lo miserable de la votación de Piñera. ¿Porque ahora debería ser distinto?.


Y SI TENEMOS LA RAZON POR QUE NO GANAMOS?


Esta es una de las preguntas que más se escucha en las asambleas y encuentros sindicales y, desde nuestra perspectiva, respondemos que el elemento principal para que los poderosos mantengan su hegemonía radica en la falta de unidad y la deficiente organización.


En efecto, solo en esta pasada varios han sido los intentos por asumir la dirección del movimiento sin tomar en cuenta a TODOS los que participan de él, desde las barras bravas a las organizaciones sociales sindicales y políticas, que siempre han expresado su rechazo al estado de cosas pero son marginadas permanentemente de la toma de decisiones.


La sublevación popular fue comenzada por los estudiantes y hecha suya por todo el pueblo, y sin embargo los patudos de siempre se pusieron en primera fila y comenzaron a dar las recetas para aplacar el descontento popular.


Allá partieron a buscar soluciones con los responsables del problema y apenas pudieron suscribieron acuerdos de los que hoy se muestran dudosos.


Otros construyeron un decálogo con las demandas populares y lo levantaron como si todo el pueblo hubiera concurrido a la construcción del mismo, mientras los de uniforme mutilaban, violaban, baleaban y golpeaban sin asco, contando con la anuencia de los que proponen cambios para que nada cambie.


Aquellos que quieren tener la confianza del pueblo en su gestión y dirección presente y futura, deberán pedir primero perdón a este pueblo al que abandonaron por decenas de años, explicarle porque pactaron con derechistas camuflados y social demócratas, porque permitieron leyes laborales y de todo orden que solo trajeron mayor aflicción a millones.


No pueden arrogarse la representación del pueblo sin antes prometer a éste que no volverán a abandonarlo, cuando vuelvan a  escuchar los cantos de sirena del capital, sutilmente disfrazados de diálogos y acuerdos para sostener la democracia.


Los que somos buenos para pelearle al capital también debemos hacernos la autocrítica.   No hemos sido hasta ahora capaces de construir al menos una unidad en la acción, que posibilite avances en una sola dirección. Decirnos las cosas a la cara y tomar compromisos de no intentar hegemonizar ni dejar las cosas a medias, como ha sucedido en ocasiones anteriores.


Aún no se logra comprender, y si se comprende no se aplica, que el principal desafío es la organización en miles de instrumentos de base, organizaciones desde donde deben salir los lineamientos y tareas para dar pasos de verdad en la lucha contra el capital que lo arrasa todo.


Como organización sindical nos hemos solidificado y crecido en estos meses de lucha. Logramos romper la pasividad y generamos innumerables acciones de reclamo de derechos al interior de las empresas e incluso tuvimos movilizaciones y paros resueltos en reuniones y asambleas.


La CGT junto a la Central Clasista estuvo en todas y cada una de las marchas convocadas, y aún estamos presentes en las que se desarrollan. Apoyamos y cooperamos para la instalación de una olla común que entregado alimentos a los valientes de la primera línea. Llevamos nuestra opinión y trabajo a Aysen y San Pedro de Atacama y explicamos el sentido del término clasista a cientos de trabajadores, quienes lo abrazan entusiastas y nos dan muestras de afecto y compromisos de trabajo.


Y aun así no estamos plenamente satisfechos, creemos que si nuestras falencias se analizan en el colectivo nos pueden ayudar a responder la pregunta que aquí nos hacemos.


Menos recados y compromisos por correos, wasapp, facebock y más calle, con banderas y volantes explicativos de nuestro quehacer entregados a los miles que marchan buscando respuestas.


Cierto es que, llegado el momento, la victoria será nuestra pero más cierto aún es que para que eso suceda debemos dar mucho más de lo que damos. No hemos ganado nada todavía, pero si mantenemos inalterable el compromiso y le sumamos calle y trabajo a la salida de las empresas el 2020  que ya está aquí nos entregará nuevas victorias.

El presente es de lucha, el futuro es nuestro.


MANUEL AHUMADA LILLO

Secretario CGT – Presidente Central Clasista